miércoles, 30 de enero de 2019

¡Atrévete a dibujar! Blancos y negros

Hemos dedicado anteriores lecciones a la forma de dibujar, a repartir los fondos, a los primeros planos y panorámicas, a la rotulación, a la forma de distribuir la historieta, a la creación de tipos, etc., etc. Hoy os hablaré sobre los blancos y los negros de las viñetas. Cuando digo blancos y negros de las viñetas no me refiero, naturalmente, a tipos blancos y a negros africanos, sino a repartir los espacios dibujados en negro y blanco para que la historieta presente un conjunto armónico.


Muchas veces al ojear una revista de historietas os habréis dado cuenta de que en algunas páginas los dibujos y bocadillos dan la impresión de estar amontonados y que unos y otros se mezclan. En muchos casos, esto es debido a que no tienen espacios negros, o bien son escasos y, desde luego, insuficientes. Si comparáis aquella página —digamos en blanco— con otra en la que los negros estén repartidos con más abundancia, os daréis cuenta en el acto de que aún en el caso de que los dibujos sean de una calidad parecida, la página de los negros queda mucho más decorativa y de más calidad.

Para lograr esto es muy conveniente dibujar algún personaje de la historieta que lleve la americana, el abrigo o los pantalones negros, y ya veréis cómo las viñetas ganan mucho en calidad. Tened también presente que cuando os hablo de negros no es necesario que sean negros compactos; hay mil maneras de dar cuerpo a los dibujos: pueden ser espigas (figura 1), cuadradillos (figura 2), líneas rotas (figura 3), etc., etc.

Y por hoy nada más, amiguitos. Hasta la semana próxima.

(Pulgarcito nº 1128, 19/12/1952, José Peñarroya)

miércoles, 23 de enero de 2019

¡Atrévete a dibujar! Creación de personajes

Hoy voy a hablaros sobre los personajes que protagonizan las historietas. Supongamos que tenemos que crear un nuevo tipo para una serie de historietas; lo primero es pensar en qué clase de carácter le vamos a dar a nuestro primer actor: ¿será avaro, manirroto, alegre, triste, gordo o flaco?


Si nos decidimos por el de buena persona, inocentón y amigo de ayudar al prójimo (como Gordito Relleno, por ejemplo), llega el momento de abocetar sus características físicas. Será forzosamente gordo, de cara redonda y sin malicia y aspecto un poco ridículo, características que estarán completamente de acuerdo con la personalidad que queremos darle. De todas formas, lo más seguro es que el nuevo tipo no tendrá una personalidad bien acusada hasta después de dibujado y hacerle hablar docenas de veces en diversas aventuras y, entonces, cuando es conocido a la perfección como dibujo y como carácter, queda definitivamente encajado en el tipo de historietas a que estaba destinado. Así si os fijáis en las primeras historietas de Gordito Relleno, don Pío, Calixto, don Berrinche, etc., veréis que dichos personajes eran entonces bastante diferentes de como los dibujo hoy.

En fin, que cuando se trata de crear un nuevo tipo, el dibujante va tanteando durante una temporada, un poco desorientado, hasta que las mismas aventuras del personaje y las cosas que se le hacen decir, le van moldeando hasta acabar de perfilarle por completo. Y nada más por hoy, amiguitos. Hasta la próxima.

(Pulgarcito nº 1127, 12/12/1952, José Peñarroya)

lunes, 21 de enero de 2019

Cómics pensados para niños

El Capitán Trueno atrapado por el malvado conde Kraffa. Fuente

De la correspondencia particular entre el dibujante del Capitán Trueno, Ambrós, y un aficionado, Franciso Tadeo Juan, publicado en Trueno nº 10 (2016):

Amigo Tadeo,

Hace tiempo leí unas críticas muy severas sobre la calidad de mi dibujo. No recuerdo el nombre del autor, pero sí que era uno de los comentaristas más acreditados en aquella época. Señalaba con acierto los defectos del dibujo, pero olvidaba lo más importante: que ese dibujo iba destinado a los niños, cuya mentalidad y gustos difieren bastante de los de sus mayores. Creo que usted ha caído en el mismo error de enfoque al juzgar los guiones de Víctor Mora. ¿Ha pensado alguna vez por qué razón un niño escucha embelesado un cuento que ha oído miles de veces anteriormente? Si es capaz de comprenderlo, entenderá mejor esas reiteraciones que tanto menosprecia en los guiones de Mora. Porque esos guiones, igual que mi dibujo, estaban exclusivamente realizados para un público infantil.

Doy mucha importancia al peso del guión en el éxito de una historieta, y estoy plenamente satisfecho de los guionistas con los que he tenido la suerte de colaborar. Usted conoce a Amorós, por quien siento un gran aprecio a pesar de que como personas somos tan dispares que no coincidimos absolutamente en nada. Y creo que en el fondo de ese aprecio hay una inmensa gratitud porque con sus guiones me ayudó a remontar en uno de los periodos más difíciles de mi existencia. El rápido éxito de la serie El jinete fantasma, que me permitió ir viviendo y aprendiendo a dibujar, creo que se puede atribuir cuanto menos en un noventa por ciento a los guiones de Amorós, algo toscos si se quiere, pero maravillosamente adaptados a la mentalidad infantil. Gracias al Amorós guionista ha habido un Ambrós dibujante.

No estoy muy al corriente de la historieta actual. Pero si el tipo de héroe que se ha impuesto es Conan o Rambo, no me extraña que los guiones de Mora le parezcan ñoños o blandengues.

Espero que sabrá disculpar a este viejo desfasado, incapaz de asimilar la cultura USA. Reciba un cordial abrazo de su amigo

Miguel Ambrosio, Barcelona, 13-7-86

Hay dos ideas que me llaman la atención de esta carta escrita por un Ambrós de 73 años. La más sutil, la humildad con la que habla de su trabajo. En otra de las cartas es más claro en este aspecto. Critica el vedetismo del mundo del arte e insiste en que un buen cómic siempre es el resultado de un trabajo en equipo.

La otra idea que me interesa la he resaltado con negritas: la ficción pensada para los niños. Lo rentable en términos económicos es hacer un material que abarque todos los rangos de edad posibles, que entretenga a los niños, los adolescentes y los adultos. Los críticos también prefieren que un adulto pueda ver una película para niños: que Batman se enfrente con pingüinos está mal, pero que se enfrente con un payaso nihilista, bien; que Wall-e empiece como una película muda está bien, pero que luego aparezcan otros robots pequeños y juguetones está mal; los guiones del Doctor Who de Moffat, lleno de monólogos y anticlimax, están bien, pero los del resto de guionistas, más directos e infantiles, mal.

Muchos adultos quieren consumir ficción infantil como si les perteneciese a ellos, y así arruinan toda la diversión. Antes que fijarse en si una película, un libro o un cómic le gusta, el adulto debería pensar realmente: «¿Soy el público de esta historia? ¿Tengo que analizarla con ojos de adulto?»

miércoles, 16 de enero de 2019

¡Atrévete a dibujar! Fondos

Hoy voy a hablaros sobre el sistema para solucionar los fondos en las historietas. Una vez hecho el guión y empezada a dibujar la historieta, es natural que los protagonistas sean los que merezcan vuestra principal atención, pero también han de cuidarse mucho los fondos y detalles auxiliares que son los que sitúan a los protagonistas y dan el ambiente necesario al desarrollo del argumento.


Por ejemplo: si el primer cuadro de la historieta comienza con una escena en las calles de la ciudad, conviene situarlo bien al lector con detalles suficientes como árboles, casas, vehículos, peatones, ciclistas, etc. Y así, aún cuando en el segundo cuando, por tratarse de un primer plano o un exceso de diálogo no se prodiguen los detalles, el lector ya está bien impuesto de la situación y, a partir de entonces, hasta el cambio de «escenario», sólo requiere recordarle el lugar con detalles simples pero significativos y graciosos, como un perro callejero que pasa persiguiendo a un gato, una señora que va a la compra, etc., etc. Igual sucede cuando la trama se desarrolla en el interior que, como es natural, entonces ha de ser un fondo de sillones, mesas, cuadros, sillas, etc.

Si recordáis lo que os decía sobre los primeros planos de los personajes, exactamente lo mismo podéis hacer también con los objetos situando un sillón en primer plano y los personajes en segundo. En fin, debe irse variando continuamente para dar a la escena la mayor sensación de profundidad.

Tened presentes estos consejos y practicad durante toda la semana sobre estos extremos. Hasta la próxima, amigos.

(Pulgarcito nº 1126, 5/12/1952, José Peñarroya)

lunes, 14 de enero de 2019

Entrevista a Joaquín Cera en 'Hoy por hoy' (04/01/2019)


Durante una entrevista en el programa Hoy por hoy del 03/01/2019 sobre la película Memorias de un hombre en pijama, el presentador Pablo González Batista preguntó por los personajes de cómic españoles a los que un actor español puede aspirar. Raúl Arévalo le respondió que lo máximo que tenemos en España son Superlópez y Memorias de un hombre en pijama. En ese momento el presentador recordó un personaje más:


Pablo González Batista: Aquí tenemos también a Pafman, que no se ha reivindicado mucho. No recuerdo quién era el autor.

Raúl Arévalo: Hostias, es verdad.

Pablo González Batista: ¿Tú te acuerdas?

Paco Roca: No, no, para nada.

Pablo González Batista: Bueno, buscadlo, Pafman. Tenía una mascota que era Pafcat. Era fantástico. De hecho, a mí me gustaba más que Superlópez, pero esto no se puede decir por la radio.

Paco Roca: ¿Pero alguien más que tú ha visto eso? Porque no me suena de nada.


Al día siguiente, el presentador quiso recuperar este tema con una entrevista a Joaquín Cera, el creador de este personaje. Sólo duró diez minutos (38:12-48:42), y en ella se habló sobre el origen del personaje, la editorial Bruguera, y su estilo de humor:


Pablo González Batista: Joaquín, primero quería pedirte disculpas por mi mala memoria y segundo, darte las gracias por las risas, por tu papel en mi afición por la lectura y también por los chistes malos, no necesariamente en este orden.

Joaquín Cera: Gracias a ti por acordarte. Te quería comentar, al hilo de lo que estabas poniendo antes, que no me siento herido porque no se acuerden de mí ni nada de esto, porque es normal. Es evidentemente normal que mi generación pasó un poco desapercibida en lo que era el mundo del cómic de aquel tiempo, incluso de ahora. Ahí estamos.

Tom Kallene: A lo mejor España no estaba preparado para tener su propio superhéroe.

Pablo González Batista: Me contaba ayer tu editor, Manuel de Cos, que quizá el problema fue que no estuvisteis, tú y una generación de autores de cómic muy buena, en el momento y en el lugar adecuado.

Joaquín Cera: Esto lo hemos comentado muchas veces. Quizá fue una generación un poco perdida entre medias de lo que fue la gran Bruguera de los años sesenta y setenta con Ibáñez, con Vázquez, con Escobar y todo esto, y lo que hubo después en el cómic en general, tanto en España con el resto del mundo, ese gran boom. Nosotros fuimos una generación que nos quedamos un poco entre medias, que nos intentamos adaptar pero que no acabo de cuajar.

Pablo González Batista: Ya ves que un poco sí cuajó, por lo menos en algunos treintañeros de hoy que no te olvidamos. Bueno, sí te olvidamos [se refiere a que el día anterior había olvidado su nombre], pero no al personaje, por lo menos. De hecho, si no me equivoco eres el último o uno de los últimos dibujantes que contrató la editorial más emblemática del cómic español que es Bruguera, tú lo has dicho, pero justo después cerró. No tuvo nada que ver con tu llegada, ¿no?

Joaquín Cera: Prácticamente la cerré yo. [Risas] No, no, tampoco dio tiempo a que yo hiciera nada malo porque fueron muy pocas historietas las que publiqué. Ya estaban planteándose cerrar. O bueno, cambiarlo todo.

Pablo González Batista: Ayer cuando terminé el programa hice muchos esfuerzos para encontrarte, porque creo que en estos momentos de reivindicación por supuesto totalmente merecida del personaje de Superlópez y de su autor, de Jan, después del estreno de la película, es justo recordar que tuvimos otro gran superhéroe español en Logroño que era al menos tan torpe como Superlópez. En el cómic español tenemos otros héroes (tenemos al Capitán Trueno, tenemos a El Águila, tenemos al Capitán España…), ¿pero puede que el gran mérito de Pafman sea probablemente haber sido el superhéroe más tonto del mundo?

Joaquín Cera: No es mucho más tonto que Superlópez. Superlópez no es tonto, Superlópez es un buen chaval. Es un héroe positivo. Este mío, para nada. Es un auténtico desastre. Además, es que de hecho no se merece ni el nombre de superhéroe porque no aspira a tanto.

Tom Kallene: Ni super ni héroe.

Joaquín Cera: Es un tío que de pronto tiene poderes y hace lo que quiere con ellos.

Pablo González Batista: En realidad es un superhéroe porque viste como superhéroe, porque en el fondo nace como una parodia del personaje de Batman. Esto supongo que tiene que ver un poco con que, cuando tú creaste a Pafman, Superman estaba pillado porque Superlópez es claramente la parodia de Superman, al menos en el aspecto visual. Pafman es como un Batman de Logroño en lugar de Gotham.

Joaquín Cera: En principio la editorial intentó aprovechar el tirón de Superlópez, hacer otro, como un pequeño grupo de superhéroes en la editorial. Me sugirieron que me podía inspirar en Batman, pero la verdad es que ni al final ni al principio me basé en eso. Pasé bastante del referente y seguí un poco lo que era mi humor. Tampoco se podía desarrollar gran cosa, eran a lo mejor dos páginas a la semana.


Tom Kallene: ¿Y por qué Logroño?

Pablo González Batista: Tú eres de Barcelona. Mucha gente pensó mucho tiempo que eras de Logroño.

Joaquín Cera: Es una cosa que tampoco definí mucho al principio. Fue una cosa que fui consolidando con el tiempo, por gustos. Por reivindicar una ciudad. Están un poco que parecen olvidadas en España. Por eso nada más. Casi un gag más.

Pablo González Batista: A mí me gustaba Pafman por muchas razones, pero la primera es que yo era un gran lector de Mortadelo por encima de otros personajes. Me daba la sensación de que Pafman heredaba de los Mortadelos de Ibáñez el chiste continuo, el que hubiera gag constantemente. En tu caso era un humor mucho más surrealista que además ibas introduciendo según te iba dando la gana. Tú dices que Pafman tenía poderes y hacía con ellos lo que quería. Tu poder con Pafman era inventarte la historia que te daba la gana en cada momento. Voy a poner un ejemplo. He hablado del gato Pafcat, que era como su fiel compañero. Según una de las versiones que te inventaste, Pafcat era el resultado de una mutación de un amigo de Pafman y de su gato doméstico porque los dos se metieron varias horas en una lavadora con un kilo de plutonio y el resultado fue Pafcat. O, por ejemplo, en uno de mis tebeos favoritos, que es El caso de las gafas churrifocales, Pafman tiene que vengar a un confidente que ha sido asesinado por cuatrocientos encapuchados que van con gafas y sombrero mexicano. Finalmente gana al villano, que es un sillón, echándole encima termitas. Esto es más o menos el argumento.

Joaquín Cera: Todos estos argumentos y todas estas historias, que son realmente las que más han gustado en general a mi público, han nacido de la espontaneidad. Básicamente, porque en aquellos tiempos, cuando me empezaban a pedir una producción bastante elevada, de treinta páginas al mes o algo así, no tenía tiempo a pensar nada. Me pensaba los guiones en diez minutos. O sea, era un poco esa frescura, desde la tontería, de lo que a lo mejor a mí me apetecía en ese momento dibujar o escribir y ya está. En la segunda temporada que tuvo el personaje, cuando volvió a publicarse a partir de 2004, me lo pensé más. Diseñé una historieta larga, pero me dio la sensación de que no acabo de cuajar, de que a los fans antiguos, que eran los que compraban los álbumes, les gustaba más lo del principio, la espontaneidad, la tontería, la chorrada.

Pablo González Batista: Todos los superhéroes tienen un supervillano. ¿Cuál era el de Pafman?

Joaquín Cera: Solía salir el Enmascarado Negro. Una cosa que tampoco… pensada en cinco minutos.

Pablo González Batista: Decía el Enmascarado Negro que era malo porque no podía ser otra cosa con esa pinta, o que robaba no porque quisiera el dinero, sino porque ese era su cometido. A mí lo que me interesa es saber si tú has seguido dibujando Pafmans en la intimidad.

Joaquín Cera: Realmente no. Yo cuando dibujo por hobby o por gusto dibujó cualquier cosa. Este tipo de personajes estaban hechos para el trabajo. Aunque me satisfacen, los dejo para trabajar simplemente.

Pablo González Batista: En realidad lo que quería saber es si tú, en tu imaginación, has seguido pensando en historietas de Pafman, porque este momento (yo sólo dejó la idea ahí) es fantástico para vivir de la nostalgia de personas como yo, que en su momento no tenía dinero para comprarse Mortadelos y que ahora lo haría encantado por nostalgia. No sé si has te has planteado la posibilidad de empezar a llamar a tus editores en cuanto cuelgues el teléfono.

Joaquín Cera: Es que sois el público que siempre tenido, los que habéis leído estas historietas cuando erais críos. Básicamente es eso, de lo que he estado viviendo sobre todo de la segunda temporada de Pafman. No he logrado captar un público más joven quizás porque tampoco tenía una difusión muy grande.

Tom Kallene: Tal vez un hijo de Pafman…

Pablo González Batista: Un hijo de un lector de Pafman es un nuevo lector de Pafman. Yo compro el tebeo y mis hijos, que no tengo, pero cuando los tenga, podrán leer tus tebeos también y hacerse nuevos lectores de Pafman. Yo lo dejo ahí, ojalá que esta llamada cambie alguna cosa. Por cierto, ¿has visto Superlópez, la peli?

Joaquín Cera: Todavía no.

Pablo González Batista: Pues ya estás tardando, porque te iba a preguntar si te ha gustado. Yo tampoco la he visto.

Tom Kallene: Yo tampoco.

Pablo González Batista: ¿Has fantaseando alguna vez con la posibilidad de que se lleve Pafman al cine, o al menos al principio, cuando había cierto éxito?

Joaquín Cera: No sé. Tampoco me lo he pensado. Me lo ha comentado mucha gente, pero no lo he pensado yo particularmente. Ahora esto es un recurso que se usa mucho después de los americanos, de Marvel. Está bien, es un recurso y, bueno, es un personaje que tiene al menos gente que lo sigue.

Tom Kallene: Hay que pensar en el actor.

Pablo González Batista: Si ya hemos colocado a Dani Rovira como Superlópez, yo creo que Mario Casas está pidiendo un Pafman a gritos. Y Antonio de la Torre como el gato, porque tiene que estar en todas. Le damos un papelito de gato y ya está. Joaquín, muchísimas gracias, eres un grandísimo dibujante del cómic de este país, autor de Pafman, por lo que yo te estaré eternamente agradecido, pero también coautor junto a Juan Carlos Ramis de los Xunguis, de los nuevos Zipi y Zape… Joaquín, muchísimas gracias.

Joaquín Cera: Gracias a ti.

miércoles, 9 de enero de 2019

¡Atrévete a dibujar! Composición de los bocadillos

Hoy voy a hablaros sobre los bocadillos de cada viñeta. Ya sabéis, por lecciones anteriores, que antes de empezar en limpio una historieta es muy práctico hacer una especie de borrador o guión aparte en donde de una manera esquemática se bocetan las viñetas que forman dicha historieta y, en cada recuadro, se van anotando los bocadillos que cada personaje debe decir en el transcurso del guión. Y ahora viene la parte que motiva este comentario: debe tenerse en cuenta para la colocación de los muñecos la cantidad de palabras que han de pronunciar, o sea, que debe dibujarse de acuerdo con el espacio que deje libre el bocadillo.


Por ejemplo, uno de los personajes tiene un diálogo bastante extenso; en este caso, debe dibujarse un primer plano bien pegado a la lateral del recuadro para que quede espacio suficiente, o bien, puede dibujarse un árbol, un coche, un perrito, etc. en primer plano y pegado al lateral y después unas sombras chinescas que representan a los muñecos en tamaño bien reducido, para que permita rotular el bocadillo o bocadillos con espacio suficiente y sin que la letra aparezca excesivamente apretada (figura 1).

A pesar de que pueda parecer una cosa de poca importancia, la tiene y mucha, porque si dibujáis la historieta sin tener en cuenta la cantidad de rotulación, puede sucederos que mientras en una viñeta en la que habéis dibujado los muñecos de tamaño regular hayan estos de hablar extensamente, con lo que los bocadillos rozarán a los personajes (figura 2). O viceversa, personajes pequeños y poca rotulación (figura 3)...

Y creo que por hoy ya tenéis bastante, amiguitos. Hasta la próxima semana.

 (Pulgarcito nº 1125, 28/11/1952, José Peñarroya)

lunes, 7 de enero de 2019

Tres características del cómic de superhéroes


Leí hace mucho en algún sitio que el género de superhéroes se define por personajes con superpoderes (o alguna habilidad característica), un apodo y vestuario llamativos, y que participan en una lucha física que enfrenta al bien y el mal. A mí me vale como definición, o si no, al menos es un buen punto de partida para construir una definición mejor.

Sin embargo, leyendo cómics antiguos y nuevos me sigo encontrando con otras tres características que nunca han desaparecido en este género:


1. Se llaman por sus nombres

Los nombres se repiten en los diálogos siempre que surge una oportunidad. Hay que recordarle al lector continuamente cómo se llaman los personajes, por aquello de que cualquiera tiene que funcionar como el primer cómic de un lector. A veces no se nota tanto, pero en los cómics de grupos los vocativos te acaban taladrando el cerebro.


2. Las habitaciones son inmensas

La base secreta del villano, la habitación de la identidad civil héroe, el hospital en el que se recupera el secundario convaleciente al que se le tiene cariño... tienen siempre techos a 10 metros del suelo y miden el triple de lado a lado. Es muy probable además que las paredes estén vacías y el mobiliario sea mínimo. Hasta el cuarto de baño del piso de soltero de Peter Parker era más grande que algunas casas.


3. La tela se ajusta a la piel

En el cómic de superhéroes, la frontera entre la tela y el body painting es difusa. Personalmente, no tengo ningún problema con esto cuando se trata de cómics de la época del color de puntitos, porque se notaba que los dibujantes no estaban preocupados por el realismo. Su dibujo, aunque fuese anatómicamente correcto, era una abstracción, una caricatura de la realidad. Eran símbolos que representaban a personas disfrazadas, no dibujos de personas disfrazadas.

Mi choque viene con los dibujantes actuales, con los que intentan tener un estilo muchísimo más realista. Las ciudades, el pelo, la iluminación... todo es verosímil. ¿Por qué siguen dibujando entonces los trajes de esa manera tan extraña, con la tela pegada a cada recoveco del cuerpo? Y es peor cuando a los personajes que tienen la cara absolutamente tapada (Spiderman, Masacre...) se les pega la tela tanto que puedes ver que sonríen debajo de la máscara.

miércoles, 2 de enero de 2019

¡Atrévete a dibujar! Los dibujos deben «respirar»

Me referiré hoy a un detalle sin importancia a pesar de que en muchas ocasiones no se tiene en cuenta debidamente. Al dibujar los muñecos de una viñeta, es preciso evitar que aquellos queden recortados por el recuadro o, mejor dicho, que las líneas laterales de este no se coman una parte importante del muñeco (figura 1).


Debe evitarse también que quede pegada la línea del dibujo con la lateral del recuadro. Esto tiene su importancia en el orden estético. Naturalmente, en ciertos momento no es necesario seguir esta regla, por ejemplo, si se trata de presentar un personaje que sale disparado a toda velocidad. En este caso puede quedar muy bien, y dar incluso una mayor agilidad a la escena el dibujar una pierna con su pie saliendo por la parte lateral del recuadro (figura 2). También en los primeros planos quedan recortados los muñecos, pero lo son por la parte inferior del recuadro (figura 3).

En resumen, debéis procurar siempre que los muñecos no queden pegados a los lados, es decir, empleando términos de dibujante, los dibujos deben «respirar». Permitidme que insista en estos pequeños detalles, ya que todas estas pequeñeces contribuyen en gran manera a dar una visión agradable de la historieta.

Hasta la próxima semana, amiguitos.

(Pulgarcito nº 1124, 21/11/1952, José Peñarroya)