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lunes, 13 de abril de 2020

El padre, el hijo y el Capitán Trueno


Las dos canciones más famosas basadas en el Capitán Trueno son la del grupo Asfalto y la de Miguel Bosé. Las dos dan una visión completamente opuesta del personaje. En el Capitán Trueno (1978) de Asfalto tenemos a un héroe: los malos mueren, salva a las chicas y libera a los oprimidos («nuestras cadenas saltarían en mil»). Una lectura interesante es que la canción no habla del personaje desde dentro de la ficción, sino visto desde fuera. Es un personaje de tebeo, «con espadas de papel». Han pasado muchos años «desde que él nos dejó» (tal vez porque no ha sido el lector el que abandonó al personaje, sino que la colección fue cancelada), y ahora los miembros del grupo ya no son tan idealistas como en sus juventudes. De niños creían «que el bueno es el mejor», pero con el tiempo se dieron cuenta de que la realidad es más complicada.


La de Miguel Bosé, El hijo del Capitán Trueno (2001), va en otra dirección, como decía, porque en realidad no habla del personaje de Víctor Mora. En la canción el hijo del Capitán Trueno no es «un hijo digno del padre». ¿Y cómo es el Capitán Trueno en esta canción? Un marinero y «una fiera», muy diferente de su hijo, que ha salido poeta y apasionado del mar y los animales.


En realidad, Miguel Bosé estaba hablando de la difícil relación con su padre, el torero Luis Miguel Dominguín. El Capitán Trueno había sido uno de los personajes de cómic favoritos de Miguel Bosé durante su infancia, un personaje al que asoció con la figura de Dominguín. Su padre se dedicaba a matar animales delante de un público, mientras que el sueño de Miguel Bosé era «pasar horas entre las ballenas», es decir, ser oceanógrafo, una vocación de la que su padre se reía, por poner un ejemplo del choque de personalidades.

La duda que me queda es si esta canción ha acabado haciendo daño al personaje de Víctor Mora y Ambrós. Ya escribí hace tiempo sobre el mensaje político y progresista de este personaje en Canino. Lo que Miguel Bosé hizo fue dar una lectura contraria, la de un personaje retrógrado y mal padre. ¿Hasta qué punto habrá calado entre el público esta imagen tan negativa?

lunes, 21 de enero de 2019

Cómics pensados para niños

El Capitán Trueno atrapado por el malvado conde Kraffa. Fuente

De la correspondencia particular entre el dibujante del Capitán Trueno, Ambrós, y un aficionado, Franciso Tadeo Juan, publicado en Trueno nº 10 (2016):

Amigo Tadeo,

Hace tiempo leí unas críticas muy severas sobre la calidad de mi dibujo. No recuerdo el nombre del autor, pero sí que era uno de los comentaristas más acreditados en aquella época. Señalaba con acierto los defectos del dibujo, pero olvidaba lo más importante: que ese dibujo iba destinado a los niños, cuya mentalidad y gustos difieren bastante de los de sus mayores. Creo que usted ha caído en el mismo error de enfoque al juzgar los guiones de Víctor Mora. ¿Ha pensado alguna vez por qué razón un niño escucha embelesado un cuento que ha oído miles de veces anteriormente? Si es capaz de comprenderlo, entenderá mejor esas reiteraciones que tanto menosprecia en los guiones de Mora. Porque esos guiones, igual que mi dibujo, estaban exclusivamente realizados para un público infantil.

Doy mucha importancia al peso del guión en el éxito de una historieta, y estoy plenamente satisfecho de los guionistas con los que he tenido la suerte de colaborar. Usted conoce a Amorós, por quien siento un gran aprecio a pesar de que como personas somos tan dispares que no coincidimos absolutamente en nada. Y creo que en el fondo de ese aprecio hay una inmensa gratitud porque con sus guiones me ayudó a remontar en uno de los periodos más difíciles de mi existencia. El rápido éxito de la serie El jinete fantasma, que me permitió ir viviendo y aprendiendo a dibujar, creo que se puede atribuir cuanto menos en un noventa por ciento a los guiones de Amorós, algo toscos si se quiere, pero maravillosamente adaptados a la mentalidad infantil. Gracias al Amorós guionista ha habido un Ambrós dibujante.

No estoy muy al corriente de la historieta actual. Pero si el tipo de héroe que se ha impuesto es Conan o Rambo, no me extraña que los guiones de Mora le parezcan ñoños o blandengues.

Espero que sabrá disculpar a este viejo desfasado, incapaz de asimilar la cultura USA. Reciba un cordial abrazo de su amigo

Miguel Ambrosio, Barcelona, 13-7-86

Hay dos ideas que me llaman la atención de esta carta escrita por un Ambrós de 73 años. La más sutil, la humildad con la que habla de su trabajo. En otra de las cartas es más claro en este aspecto. Critica el vedetismo del mundo del arte e insiste en que un buen cómic siempre es el resultado de un trabajo en equipo.

La otra idea que me interesa la he resaltado con negritas: la ficción pensada para los niños. Lo rentable en términos económicos es hacer un material que abarque todos los rangos de edad posibles, que entretenga a los niños, los adolescentes y los adultos. Los críticos también prefieren que un adulto pueda ver una película para niños: que Batman se enfrente con pingüinos está mal, pero que se enfrente con un payaso nihilista, bien; que Wall-e empiece como una película muda está bien, pero que luego aparezcan otros robots pequeños y juguetones está mal; los guiones del Doctor Who de Moffat, lleno de monólogos y anticlimax, están bien, pero los del resto de guionistas, más directos e infantiles, mal.

Muchos adultos quieren consumir ficción infantil como si les perteneciese a ellos, y así arruinan toda la diversión. Antes que fijarse en si una película, un libro o un cómic le gusta, el adulto debería pensar realmente: «¿Soy el público de esta historia? ¿Tengo que analizarla con ojos de adulto?»

lunes, 23 de mayo de 2016

Todos los almanaques de El Capitán Trueno (Víctor Mora, Ambrós y varios)


No termino de entender la decisión de publicar un recopilatorio de las historietas navideñas del Capitán Trueno en el mes de mayo. Tiene tanto sentido como la justificación de esta antología, que ni el autor del prólogo sabe explicar muy bien: son historietas que solo tienen en común que fueron publicadas en las navidades de entre los años 1958 y 1965 en diferentes revistas. Es decir, el tomo está pensado para el público coleccionista, para bien o para mal. Y aún así, incluso me cuesta decir que es un tomo para coleccionistas porque la restauración de las páginas está muy por debajo de la calidad del trabajo de Jordi Coll con Pulgarcito.

Excepto porque todas las historietas han sido escritas por el mismo guionista, no existe ningún hilo conector (ni argumental ni temático) que las una. Es un popurrí variado de aventura y humor en el que se mezclan las historias un poco elaboradas con otras simples y lineales. Tal vez por eso como mejor funciona este tomo es como un repaso general a toda la trayectoria del personaje. Empezamos con las vibrantes aventuras dibujadas por Ambrós, llenas de movimiento y acción (la segunda historia, con una Sigrid malvada, es la mejor del tomo), para después ir pasando a otros dibujantes con más o menos talento que deben transigir sí o sí con la obligación de pegar encima de sus dibujos “cabezas recortadas” de las páginas de Ambrós. Tal vez sea la lección que se aprende con este recopilatorio, lo poco que se recuerda el talento de este dibujante.