sábado, 26 de julio de 2014

Percepción no-lineal del tiempo


   —Sabrás que la gente corriente nace hacia delante en el tiempo, me comprendes, ¿no?, y que casi todo en este mundo va también hacia adelante. Eso hace que a la gente ordinaria le sea fácil la vida (...). Pero por desgracia yo nací en una época equivocada, y tengo que vivir de adelante atrás, viéndome rodeado por gentes que viven al revés. (...) ¿Te había dicho esto antes, ¿verdad? —preguntó.
   —No; solo hace media que nos hemos conocido, señor —repuso el niño.
   —¿Tan poco tiempo ha pasado? —dijo Merlín (...)—: ¿Voy a contártelo de nuevo?
   —No lo sé —repuso Verruga—; a menos que no haya terminado aún de contármelo.
   —Ya ves que uno se arma un lío con el tiempo, cuando las cosas son así. Y las épocas se confunden enseguida, si sabes lo que va a ocurrir a la gente, y no sabes lo que les ha ocurrido, ¿comprendes?

                                                                                      Camelot (T. H.White)


   —Los terrestres son grandes narradores; siempre están explicando por qué determinado acontecimiento ha sido estructurado de tal forma, o cómo puede alcanzarse o evitarse. Yo soy tralfamadoriano, y veo el tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver un paisaje de las Montañas Rocosas. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.
   —Eso me suena como si ustedes no creyeran en el libre albedrío —dijo Billy Pilgrim.
   —Si no hubiera pasado tanto tiempo estudiando a los terrestres —explicó el tralfamadoriano—, no tendría ni idea de lo que significa «libre albedrío», He visitado treinta y un planetas habitados del universo, y he estudiado informes de otros cien. Sólo en la Tierra se habla de «libre albedrío».

(...)

Billy Pilgrim afirma que, para las criaturas de Tralfamadore, el Universo no tiene la apariencia de pequeñas manchas luminosas. Estas criaturas pueden ver cada estrella donde ha estado, donde está y donde estará. Así pues, para ellos el cielo es un enorme plato de spaghetti luminoso. Además, según él, los tralfamadorianos no ven a los seres humanos como criaturas de dos piernas. Los ven como grandes ciempiés, «con piernas infantiles en un extremo y piernas de anciano en el otro», afirma Billy Pilgrim.

                                                                                      Matadero Cinco (Kurt Vonnegut)


   —¿Por qué te perturba mi percepción del tiempo?
   —¿Por qué me lo preguntas, si ya sabes la respuesta? Es estúpido: cuando te dejé, cuando Nova Express te atacó, parecías sorprendido. ¿Por qué si sabías que iba a ocurrir?
   —Todo está predeterminado. Incluso mis respuestas.
   —¿Y tú te limitas a ajustarte al papel, a actuar? ¿Eso es lo que eres? ¿El ser más poderoso del universo es sólo un títere que sigue un guión?
   —Todos somos títeres, Laurie. Yo sólo soy un títere que ve los hilos.
(...)
   —Vale, Jon, jugaré a tu juego... pero tienes que ayudarme a entender. Yo no puedo ver el futuro...
   —No hay futuro o pasado. ¿No lo ves? El tiempo es simultáneo, una joya intricadamente tallada que los humanos insisten en mirar sólo por un lado cada vez, cuando se puede ver todo el diseño desde cada faceta.

                                                                                      Watchmen (Alan Moore, Dave Gibbons)

viernes, 11 de julio de 2014

Batman: Serenata Nocturna, de David Hernando

En España, el "fenómeno fan" del cómic de superhéroes nace con la editorial Vértice. Para el lector de este país antes de esos tomitos no existe absolutamente nada. Si preguntas, Stan Lee y Jack Kirby crearon los superhéroes en los años 60. O más bien, Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko devolvieron a la fama a los superhéroes después de la creación de código de autocensura. Por si no fuera poco, Stan Lee creó los correos de los lectores y estableció la primera relación amena con el público. ¿Qué opina el lector español de todo lo que hubo antes, sobre Siegel y Shuster, sobre Julie Schwartz...? Irrelevante, una anécdota, un chiste. David Hernando parece una rara excepción. Sus dos libros sobre Batman y Superman mostraban ese interés por los comienzos del cómic de superhéroes en los 40, y ahora con este libro continúa por ese camino con una historia tan conmovedora como didáctica.

Tapa dura, 232 páginas, 14.90 €

En un primer momento, al terminar de leer el libro creí que Batman: Serenata Nocturna era la biografía de Bill Finger que siempre había tenido curiosidad por leer. No lo es, no del todo. En realidad se podría ver como la biografía de Bill Finger y la de Bob Kane, de la vida de cada uno de estos dos autores y de la relación entre ambos. Hacia la mitad del libro es como si la creación de Batman hubiese sido sólo un gancho para atraer al lector, sólo el detonante de una situación injusta que amargó toda su vida a Bill Finger. Batman acaba siendo un decorado en el que Hernando no profundiza, ni siquiera el Batman escrito por Finger, tal vez porque ya se extendió en su momento con el monográfico El Resto es Silencio.

A partir de la vida de Finger los historiadores ya han elaborado, sin demasiado esfuerzo, un buen relato dramático, así que Hernando no se ha salido de ese punto de vista. Finger fue un lector apasionado, con mucha curiosidad por la literatura y la ciencia desde joven, pero tuvo que dedicarse a trabajos humildes mientras soñaba con ser escritor durante la Gran Depresión. Conocer a Bob Kane y ayudarle a crear a Batman fueron las grandes oportunidades de su vida, las que hicieron posible que sus historias detectivescas lograsen un gran éxito entre el público. Sin embargo, el éxito nunca le llegó a él, ya que por culpa de una artimaña legal de Bob Kane quedó relegado al papel de ayudante, como si de su imaginación no hubiesen surgido los personajes, lugares y gadgets que Kane... quiero decir, sus dibujantes plasmaban en el papel.

Bob Kane, al contrario, queda aquí reflejado como un manipulador, un mentiroso y un aprovechado que apenas dibujó al personaje que le hizo famoso. El Kane encantado de conocerse a sí mismo y sin ningún talento destacable que describe Hernando no tiene apenas espacio para despertar alguna empatía, menos aún cuando el escritor coloca oportunamente una carta inédita como epílogo al final del tomo. Todos los palos caen merecidamente a una de las partes, mientras que el Bill Finger manirroto que vive por encima de sus posibilidades y se retrasa en las entregas queda disculpado.

Es la biografía más amplia que existe sobre Finger, pero al mismo tiempo es un libro escaso. Es una debilidad que se entiende y perdona en cuanto Hernando va desvelando una a una las fuentes de las que disponen los historiadores. El propio Bill Finger no aspiraba a ser un centro de atención, además de que en vida los aficionados y estudiosos nunca llegaron a conocerle en profundidad y actualmente sus familiares cercanos escasean. La cuarta parte del libro no trata sobre Finger, sino sobre sus parientes y herederos, sobre cómo se han transmitido la historia familiar de uno a otro, y cómo en cierto modo con el estreno de las películas de Nolan se reconoció la labor tanto de Jerry Robinson, el dibujante en la sombra de Batman más conocido, como de Bill Finger.


La portada es interesante porque se le ha encargado a uno de los autores de cómic más famosos de los últimos años. El dibujo de Paco Roca ayuda a establecer esa conexión con los dibujantes del DDT para los que hayan leído El Invierno del Dibujante y está llena de detalles, como la radio, la revista, el pisapapeles, los folios del suelo... Sin embargo, es tan gris, tan apagada, que en tres tiendas fui incapaz de encontrarla entre los montones de libros expuestos hasta que pregunté a un dependiente.

Creo que se nota que a Hernando le apasiona el tema de este libro, y por suerte ha tenido el talento para transmitir ese cariño con una escritura amena y sencilla. Quizás hay momentos en los que le cuesta controlarse, o tal vez quiere conscientemente cargar más las tintas de lo necesario. Estamos ante un caso bastante raro de un libro divulgativo sobre cómics que no apabulla con datos y análisis, sino que da énfasis a los sentimientos, a los sueños y las ilusiones, las inquinas, los resentimientos y las injusticias. Batman: Serenata Nocturna es un libro que apunta directo al corazón, y por eso tal vez sea inevitable que en ocasiones este objetivo sea demasiado evidente.