Una vez hecho el boceto de la historieta en cualquier papel, cosa que, como decía en la anterior lección, es muy útil para repartir el tema entre todos los cuadros, se empieza dibujando con lápiz cada cuadro, dando mayor importancia al movimiento de los muñecos, por lo que es conveniente borrar una y otra vez para lograr el efecto deseado.
Se debe estudiar muy bien el tamaño de los muñecos en cada viñeta creando —igual que en el cine, amigos— primer plano, medio plano y panorámica. Esto rompe la monotonía que ofrecería una historieta en la que los muñecos apareciesen al mismo tamaño en todos los cuadros.
La parte superior de la viñeta debe reservarse para el diálogo de los personajes, calculando a ojo el espacio necesario según lo que han de decir. Tened presente que el texto en las historietas es secundario, pues el dibujo ha de «hablar» también por sí solo. O sea, que la línea a seguir —a mi juicio— es no relatar una cosa cuando puede expresarse con el dibujo; en resumen, ahorrar palabras y prodigarse en las expresiones de la cara y del cuerpo del muñeco.
Tampoco conviene dejarse llevar por la confección de la viñeta en perspectivas raras o confusas, en primer lugar porque al reducirse para su impresión, las líneas tienen tendencia a agolparse y, en segundo lugar, porque no conviene distraer al lector en exceso, pendiente como está de lo que ha de «ocurrir» en la continuación de los cuadros.
Repasad atentamente las historietas de Pulgarcito y veréis cómo todos los dibujantes, aleccionados por la experiencia, siguen una línea común sobre estos consejos que os acabo de dar. Practicad esta semana en la confección de bocetos de historietas y hasta la próxima, queridos lectores.
(Pulgarcito nº 1121, 31/10/1952, José Peñarroya)
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