La mitología de La caja de Pandora (2)

Atlas
Este gigante fue condenado por Zeus a sostener la cúpula celeste en la zona de Mauritania por haber participado en la guerra de los gigantes contra los dioses. Intentó librarse de su castigo cuando Heracles le pidió ayuda para conseguir las manzanas doradas de las Hespérides, pero éste fue más listo. Posteriormente, cuando Perseo le pidió cobijo en su reino, Atlas ignoró sus ruegos ya que un oráculo le había prevenido contra él. Para defenderse de la violencia del gigante, Perseo arrojó la cabeza de Medusa que había cortado poco antes, convirtiéndolo en las montañas del Atlas.

Atlas Farnesio

Hera
Esposa y hermana de Zeus, es la diosa del matrimonio. Se la presenta como celosa, irascible, violenta y vengativa debido a las innumerables infidelidades de su esposo. El mejor ejemplo es el de Heracles: esta vez no sólo perjudicó a la amante de Zeus, sino que estuvo continuamente puteando al hijo que tuvo Zeus con Alcmena. Heracles fue atacado con dos serpientes en la cuna, y más tarde, de adulto, Hera le indujo una locura temporal durante la que quitó la vida de su mujer (Mégara), sus hijos y sobrinos. La única forma de congraciarse con la diosa fue cambiarse de nombre (de Alcides a Heracles, “gloria a Hera”) y trabajar al servicio del rey Euritoo.

Diana
Diana es el nombre con el que los romanos asumieron a la Artemisa griega. Es la diosa de la Luna, la defensa de la naturaleza y la caza. Llevada por esta varonil afición, perdió el interés por las costumbres propias de su sexo y por eso es conocido como la “casta”. Esto le llevó a enfrentarse continuamente con Afrodita, defendiendo a los jóvenes de sus instintos sexuales.

Era una diosa muy arisca y orgullosa. Cuando Calixto, una de sus amigas, cedió a los requerimientos amorosos de Zeus la convirtió en osa y la mató con sus propias flechas. Otra vez fue sorprendida durante uno de sus frecuentes baños en el río por el cazador Acteón: Diana le convirtió en ciervo para que los perros de este cazador le diesen muerte.

Minotauro
Nacido del amor entre la reina Pasifae y un toro blanco que Poseidón regaló al rey Minos. Nunca la expresión “poner los cuernos” tuvo tanto sentido: la reina pidió al arquitecto e inventor Dédalo que fabricase algún artefacto con forma de vaca de madera cubierto de cuero, dentro del cual ella pudiese llevar a cabo la unión con el animal. Pasifae encerró al feo bicho, mitad humano-mitad toro, dentro de un laberinto diseñado también por Dédalo, en el cual introducían cada año siete jóvenes y siete jóvenas para alimentarle. Desgraciadamente, un mal encarado príncipe ateniense llamado Teseo mató al monstruo y se ganó el amor de una de las hermanas del minotauro, Ariadna, una bella joven… de aspecto humano.

Explícita estatua de la localidad barcelonesa de Vilanova i la Geltrú

Cíclope
Los cíclopes eran gigantes de un solo ojo en medio de la frente, que representaban a los volcanes. Al igual que el colesterol, los hay buenos y malos. Por un lado están los que ayudan a Hefestos con sus fraguas y que forjaron las armas de Zeus, Poseidón y Hades, y por otro los pastores de ovejas antropófagos. En este segundo grupo estaría Polifemo al que Ulises dejaría ciego para escapar con vida de su cautiverio.

Antes de perder la vista, Polifemo se había pasado la vida enamorado de la bella Galatea. A ella le resultaba difícil corresponder su amor, ya que Polifemo estaba contrahecho, arrugado, y su barba le cubría hasta las orejas. Lo cierto es que se sentía más atraída por el jovencito pastor Acis, con el cual pasaba muchas tardes. Un día Polifemo la vio a ella reposando su cabeza en el pecho de Acis, con lo cual le entró la locura y lo mató aplastándole con una piedra. Gracias a los ruegos de Galatea, los dioses convirtieron al pastor en un río del mismo nombre.

Escultura de Auguste Ottin

Cuadro de Odilon Redon donde retrata el pagafantas mitológico

Versión de Harryhausen

Grifo
Es un monstruo mitológico, mitad águila de alas doradas, mitad león de pelaje amarillo. Parece ser que era 8 veces más grande que un león normal y podía llevar un par de bueyes o jinetes a caballo en sus garras mientras volaba.