¡Todos los supervillanos del Universo DC se han unido y tienen un plan! ¡Hacer el bien! Un sueño premonitorio compartido por todos ellos les ha mostrado que La Liga de la Justicia será la causante de la destrucción del mundo... ahora su misión es detener a los superhéroes. El Capitán Frío utiliza su pistola para crear un iceberg para proveer de agua en pleno desierto, los doctores locos se dedican a desarrollar prótesis robóticas y curas para enfermedades... ¿pero qué es lo que de verdad está ocurriendo?
Este es el argumento que nos desvelan las primeras páginas de Justicia, de Alex Ross y Jim Kruger. Podría ser perfectamente la trama de cualquier gran crossover de los que han copado las cabeceras de DC en los últimos diez años. Juega a ser una macrosaga en doce números, una Crisis épica de proporciones gigantescas... pero no lo es, y eso forma parte tanto de su fallo como de su acierto. Jim Kruger sabe muy bien cómo dedicarle el tiempo necesario a cada personaje, y consigue marcar los tiempos. La acción en las dosis justas cuando es necesaria y la conversación también. Lleva demasiados años puliéndose al lado de un grande como Alex Ross para que le intimide un proyecto de estas características, y sabe demostrarlo. Pero tan solo durante los primeros números, antes de que la historia se vuelva repetitiva y lenta.
Pero vamos a lo importante ¿qué tal lo hace Alex Ross? porque claro, si uno compra algo dibujado por este genio, no lo hace ni mucho menos por el guionista, todos sabemos que va a quedar eclipsado tras la primera página dando paso a un despliegue de imaginería fantástica que juega al realismo fotográfico con los superhéroes y que tanto nos ha hecho y nos hace disfrutar a todos los seguidores de este tipo de cómic. Pues Alex Ross está impresionante. Quizá sea su mejor trabajo hasta la fecha. Años y años de práctica que le han llevado a mejorar y perfeccionar su estilo. Juega con todos los detalles, desde la anatomía y la iluminación hasta los pliegues de la ropa y los vuelos de las capas con una maestría que ninguno de los otros “pintores de cómic” son capaces de alcanzar aún. La única pega que se le podría poner a este trabajo es que más que un tebeo, en ocasiones parece que estemos ante un catálogo de venta de originales de este señor. Páginas y páginas de splash-pages con posturas icónicas y “momentos memorables” que cualquier coleccionista desearía tener colgadas en su pared, y que probablemente están vendidas a particulares desde antes de aparecer publicadas.
Alex Ross es un autor que trabaja para comic-book, pero al que el formato comic-book se le queda pequeño. Así lo atestiguan por ejemplo la edición de Kingdom Come de Norma, en formato europeo, o las ediciones de sus obras más icónicas del universo DC por parte de Planeta con ese tan odiado formato Absolute. Porque si hay un autor al que le favorece el formato “gigante” es a Alex Ross, para poder apreciar cada detalle de su arte. Por lo tanto no creo que haya nadie capaz de explicarse esta decisión editorial por parte de Planeta de publicar a Alex Ross dentro de su línea de bolsillo Booket. Por supuesto, el precio (tan solo 15 euros) es una solución muy económica que llamará a un público acostumbrado a entrar en la Fnac y llevarse algo para leer en el metro o envolver para regalo. Pero Alex Ross no puede leerse así, y menos con una edición tan descuidada. Las páginas dobles aparecen siempre descentradas, en ninguna página es posible llegar al borde central disfrutando de la ilustración completa por culpa del encolado que no ayuda para nada, y que no puede forzarse si no queremos ver como el tomo comienza a dejar caer sus páginas... y eso por no hablar de los fallos de traducción o los bocadillos vacíos que ya a nadie le asustan ni sorprenden si recordamos que es un tebeo editado por Planeta.
Izquierda, edición de Planeta de Justicia; derecha, edición de Norma de Kingdom Come, ¿mejoran con el tiempo? |
¿Y la historia? Su mayor problema es que el guión peca de inocente. Hace demasiado tiempo que terminaron los setenta y al lector le gusta, siguiendo la estela de los actuales cómics de superhéroes neorrealistas, cuestionarse las motivaciones de los villanos y la viabilidad de sus planes. Pero cuando los personajes vuelven a mostrarse planos, como en los tebeos que este Justicia pretende emular, ignorando los treinta años de historia que han tenido después, y los desarrollos y aportaciones con los que otros autores han enriquecido a estos mismos personajes; estas versiones directamente nos parecen simplonas y anticuadas. Paradójicamente, cuanto más reales nos parecen dibujados por Ross, más imposibles e inocentes nos los muestran los diálogos y las situaciones que Kruger crea para ellos. Tampoco ayuda que en la segunda mitad del cómic se preocupen más por vender figuritas y posters del DC Direct que por contar una historia. En un punto de la trama que no es momento de desvelar, todos los superhéroes deciden que es el momento de un “cambio de aspecto”, vistiendo para ello unas armaduras especiales diseñadas para la ocasión. Que sí, que son muy bonitas, pero están ahí solo para poder venderlas, literalmente. Quizá este querer sacar el mayor provecho económico que demuestran los rediseños de las personajes y las páginas de lucimiento de Ross, es lo que más lastra al cómic, junto con lo aburrido y anticlimático que llega a ser en algunos puntos.
En definitiva un cómic para nostálgicos de la liga del satélite, una liga que creíamos que nunca volveríamos a ver, con un Carter Hall Hawkman, un Barry Allen Flash y un Hal Jordan Green Lantern. El añorado triunvirato de DC.
Si alguno lo buscaba creyendo que encontraría el Marvels de DC, entonces estará tan errado como si adquiere Tierra X pensando que va a leer el Kingdom Come de Marvel. Hablamos de guionistas e historias que no son ni mucho menos complementarias, aunque tengan el mismo objetivo. Pero si alguno lo buscaba por disfrutar de un tebeo correcto, con ese regusto a clásico y la espectacularidad de los dibujos de un Alex Ross en la cima de su carrera... que no lo dude, Justicia debería ser una compra obligada. Pero si sabe leer en inglés, que se haga con alguna de las ediciones americanas, y si no, que sufra esperando a que a las esferas planetarias les apetezca obsequiarnos con una edición digna...
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