lunes, 19 de agosto de 2019

Identidad y clase en 'El príncipe y la modista'


No me gusta llevar la contraria a la mayoría porque no quiero que mis opiniones destaquen sobre las de los demás. No me gusta la polémica ni ser el centro de atención. Estoy más tranquilo escribiendo de vez en cuando en un blog como este con una visibilidad limitada. Creo que han sido pocas veces en las que he escrito comentarios que iban a la contra del resto, como con Esclavos del trabajo o Dios ama, el hombre mata. O tal vez lo que percibo es el espejismo de la mayoría...

Me ha pasado con muchos cómics con los que he preferido no decir nada. El príncipe y la modista es un ejemplo de los que me han decepcionado y en el que quiero profundizar. No lo hago como un ataque concreto a Jen Wang, sino porque creo que así también puedo explicar mi forma de leer cómics.

En el título se señala a los protagonistas de este cómic. el príncipe de Bélgica, Sebastian, y su modista personal, Frances. Cuando su talento con la costura llama la atención del príncipe, él la saca de los barrios más pobres de París para que le diseñe sus vestidos de noche. Nadie de los dos reinos sabe que Sebastian tiene una doble identidad, que él también es Lady Cristalia, una atractiva mujer que disfruta en fiestas y diversiones nocturnas. Ni siquiera sus padres, que están buscando una esposa adecuada para su heredero.

Sé ver los aciertos de este cómic. Como poco, El príncipe y la modista es un testimonio de la época en la que vivimos, una en la que es posible incluir la cultura trans en un cómic para niños: no se trata de que a Sebastian le guste vestirse con ropa de mujer, sino de que él siente que es dos personas diferentes. También me gusta que Jen Wang no pretenda ofender ni provocar, sino que dé una visión natural y humana de esta forma de ver la identidad sexual. Este cómic es una historia de amor elegante y que entra muy bien por los ojos porque el dibujo es, sin ninguna duda, precioso. A pesar de todo esto, le veo pegas.

Sé que mi primer rechazo es una opinión completamente personal: no me interesan nada las historias en las que se obliga a un príncipe heredero a prepararse para ser rey. Me parece frívolo darle importancia a los problemas de una persona con tanto poder y privilegios en vez de hablar de otro tipo de personajes y sufrimientos con los que más lectores se pueden indentificar. Estoy de acuerdo en que este tipo de historias no hay que leerlas como de manera literal, sino como metáforas, pero aún así me cuesta entrar en ellas.

Me imagino que mi segundo problema con este cómic también es personal. Me parecería perfecto que Lady Cristalia fuese una criatura nocturna en un cómic adulto, pero no lo termino de ver en un cómic para niños. En esta historia, los ambientes de alcohol y juegos de azar por los que se mueve se muestran como evasiones inocentes. Es más, la sensación que me da es que se generaliza que las identidades trans existen para escapar de las responsabilidades.

El resto de flaquezas que veo en este cómic me parecen más objetivas. Por ejemplo, no entiendo por qué el cómic se olvida de la diferencia de clases que plantea al principio. Siguiendo los tópicos de este tipo de personajes, Frances consigue salir de la pobreza gracias a su talento y olvida rápidamente de dónde viene. En esta historia no tiene parientes, no tiene amigos, no tiene nada que le una con sus orígenes. No hay ni un momento en el que Frances se pregunte por qué ella ha subido en la escala social y el resto de gente humilde con la que se relacionaba sigue abajo.

El personaje de Emile me parece un artefacto incongruente dentro de este cómic. Se usa para hacer avanzar la trama, pero está completamente vacío. En las primeras páginas él mismo dice "Yo lo sé todo sobre el príncipe", y sin embargo no aparece en ninguna de las escapadas nocturnas, no le acompaña ni le ayuda cuando realmente le necesita. Es un artefacto para hacer avanzar la trama, no un personaje.

También me choca que sea un cómic con un argumento tan previsible. No me refiero a que las historias de amor tienen una estructura que funciona y que siempre se va a repetir. Hablo de que en el momento en el que un personaje oculta algo a los demás es evidente que van a ocurrir un conjunto de conflictos. Es más, no sólo son situaciones previsibles, sino que no tengo la sensación de que se aprovechen del todo para la historia.

Mi último problema viene con la resolución de la trama. Para mostrar apoyo a su hijo, el rey desfila también con vestidos sobre una pasarela. ¿Realmente eso es mostrar apoyo? Más que asumir la identidad de su hijo, parece que sus padres se la tomen como un juego, como el hobby del príncipe. Me lo planteo de esta manera: si el protagonista hubiese sido gay, ¿en el clímax final tendría sentido que el padre besase a otros hombres para demostrar que entiende a su hijo? Creo que esas viñetas visualmente tan impactantes no colaboran con el mensaje que quiere transmitir el cómic, sino que lo enturbian.

No quiero dar tampoco la sensación de que El príncipe y la modista es un mal cómic. Le veo virtudes y es evidente que a mucha gente le ha gustado. Sin embargo, creo que sus debilidades son tan evidentes que yo no lo puedo recomendar.

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