martes, 25 de octubre de 2016

Wonder Woman: Tierra uno (Grant Morrison y Yanick Paquette)


La editorial DC y sus autores siempre se han sentido incómodos con el hecho de que William Moulton Marston, el creador de Wonder Woman en 1941, además de psicólogo, feminista e inventor del primer detector de mentiras, fuese un aficionado al bondage. Tampoco se puede decir que lo ocultase. En los seis años que escribió los guiones de esta superheroína, las viñetas de mujeres (y hombres) atadas, encadenadas y azotadas eran de lo más habitual. Después de su muerte en 1947 ningún guionista o dibujante ha querido recuperar esa iconografía sexual en los cómics de Wonder Woman. Ésta es la principal novedad de este Wonder Woman: Tierra uno. Como ya había hecho con Superman y con Batman, Grant Morrison recupera aquí también las esencias del personaje, lo que caracterizaba a la superheronína de DC cuando fue creada y que con el tiempo había quedado olvidado.

Las cadenas y las cuerdas son el elemento principal del juicio al que se somete a la princesa Diana. Su delito es haber huido de la Isla Paraíso donde viven las amazonas desde los tiempos en los que fueron cruelmente humilladas por el mitológico Hércules. Con este argumento Morrison y Paquette resucitan la idea central que motivaba a Marston a escribir cómics: la sumisión hacia alguien que te quiere es beneficiosa. En otros aspectos el cómic no es tan acertado (la comparación de machismo y racismo en la manera que aparece aquí se queda un poco coja), pero en general es un origen alternativo de Wonder Woman que cumple con todo lo que se espera de él.

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