Mostrando entradas con la etiqueta Ediciones Salamandra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ediciones Salamandra. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de julio de 2017

Un policía en la luna (Tom Gauld)


Un agente de la ley patrulla en una luna prácticamente deshabitada. Su trabajo (como muchos otros), sus rutinas, su burocracia... no le aportan sentido a la vida. ¿Para qué es necesario él en un satélite sin delitos? Como en los cómics de Jason (al menos los que me gustan), aquí se parte de una premisa de género desatada, ciencia ficción y policíaco, para derivar a sus consecuencias más costumbristas. El sueño futurista de toda una generación, la colonización de la Luna, se ha convertido en algo deprimente, en soledad y alienación. Una lectura breve, muy breve, pero simpática para el lector al que le guste el estilo de Tom Gauld.

Me quedo con la duda de quién es el que pone todo el dinero para automatizar mecánicos, tiendas, museos, terapeutas... en un satélite en el que no vive nadie.

lunes, 4 de abril de 2016

Aquí (Richard McGuire)


Aquí es un experimento estético. Para el lector letraherido que antepone los aspectos formales, este es su cómic ideal. Richard McGuire distribuye en 300 páginas fragmentos de historias en un orden no cronológico que suceden en un mismo escenario, el rincón de una casa, y que abarcan desde la prehistoria a un futuro lejano. El acierto de McGuire ha sido sacar adelante este libro-objeto para coleccionistas innovando en las posibilidades narrativas del cómic. Mediante la combinación de dobles páginas con las "ventanas" de un ordenador (ojo al detalle, la portada es otra ventana) en las que se enmarcan las fechas y los saltos temporales, el autor revoluciona la definición de cómic tal como la podríamos haber entendido hasta ahora.

Por desgracia, no hay mucho más. La única reflexión vital que el lector puede llevarse consigo es que todo pierde su importancia (las personas, los lugares, los sucesos...) frente al imparable paso del tiempo. En 300 páginas el autor no pretende arrastrar al lector hacia cuestiones políticas o sociales, sino que lo deja tranquilo en el rincón de una casa, para que se vea a sí mismo leyendo. Para que disfrute de una experiencia sensorial.

miércoles, 13 de enero de 2016

Asterios Polyp (David Mazzucchelli)


David Mazzucchelli es un autor clave en la historia del cómic gracias a sus trabajos con Frank Miller, (Daredevil: Born Again y Batman: Año Uno) y su adaptación al cómic de Ciudad de Cristal, de Paul Auster. Asterios Polyp tal vez no vaya a ser recordada como igual o superior a esos tres, pero no es tampoco un cómic menor. Asterios es un arquitecto de renombre que pierde su casa por culpa de un rayo el día en el que cumple 50 años. Desde ese momento intenta comenzar una nueva vida como mecánico al mismo tiempo que, intercalado, podemos ver cómo mantuvo unos años antes una relación con Hana, una escultora con talento. Él, orgulloso y pedante. Ella, tímida e insegura.

Con estos elementos se podría decir que Mazzucchelli desbarra y salta de tema en tema, de opinión en opinión, intentando articularlo todo principalmente a través de referencias a la mitología griega (el mito de Orfeo y La odisea) y la dualidad, la definición de dos estados totalmente opuestos de una misma realidad. El guión no es lo mejor de este cómic: es demasiado elevado en muchos momentos y en otros se preocupa por pequeños sucesos que no tienen importancia en el gran esquema de este cómic. Donde en ningún momento parece fallar es en su dibujo, trabajado hasta el último detalle. La rotulación de los bocadillos está personalizada para cada personaje, los diseños de cada personaje cambian hasta en el trazo o el uso del color, las onomatopeyas pueden ser tridimensionales, los diseños de página, esquemas y diagramas de flujo, el tipo de dibujo cambia para expresar sentimientos... Esta obsesión por lo formal tiene su mejor momento en el capítulo formado por imágenes aisladas que recogen momentos íntimos de la relación de pareja entre Asterios Polyp y Hana. Este cómic merece una lectura al menos por ese capítulo.

martes, 12 de mayo de 2015

Todo el Mundo Tiene Envidia de mi Mochila Voladora (Tom Gauld)


"Tiras cómicas" es una descripción que no me termina de encajar para este cómic. Me parece un tomo muy divertido que habla sobre la creatividad y la literatura combinando el humor tontorrón con la observación brillante. Tal vez lo dejaría en "tiras simpáticas" porque en algunos momentos busca la risa, pero en otros el objetivo es la sonrisa reflexiva. Yo lo he disfrutado mucho, pero puedo entender que haya quien le repela el tono erudito y pedante.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Cosmicómic (Amedeo Balbi, Rossano Piccioni)

Rústica con solapas, 152 páginas, color, 22 €

No sé si hubiese quedado más comercial, pero se podría haber vendido este cómic como "la vez que Einstein se equivocó". Einstein, al igual que muchos otros científicos de su época, se oponía con toda su fuerza a incluir la idea de génesis dentro del vocabulario científico. Hay que entender su postura: en el transcurso de unos 50 años no sólo se había pasado de considerar el universo tan grande como nuestro Sistema Solar a describirlo como infinito, sino que también había pasado de ser un universo eterno e inmutable a otro con origen. Era un choque ideológico muy difícil de asumir. La ciencia objetiva trataba de buscar las respuestas mientras que la filosofía, el subjetivismo, ponía piedras en el camino.

Monty Python supo explicar al gran público lo que los
descubrimientos de gente como Hubble y Friedmann significaban.

La física siempre se ha dividido en dos vertientes. Por un lado el empirismo, la experimentación, la toma de medidas. Por el otro, el racionalismo, las deducciones, la interpretación de los datos experimentales para elaborar leyes científicas. Aún más, la elaboración de teorías científicas que deben ser comprobadas después experimentalmente. Ahí es donde el error de Einstein es tan importante para el relato. Después del éxito con la teoría de la relatividad y el Nobel por el efecto fotoeléctrico, el físico alemán se creía intocable, capaz de llegar por sí mismo a nuevas ideas ingeniosas, a elaborar una teoría cosmológica, a meter todo un universo en su cabeza.

Frente a estas exageradas pretensiones, el guionista Balbi coloca a dos pequeños astrónomos con muchas menos ínfulas. Dos pequeños físicos experimentales que sólo quieren tomar datos con una antena que creen que está rota. Si Einstein da conferencias y entrevistas para periódicos, Arno Penzias y Robert Wilson tienen que limpiar basura de palomas y construir una antena tornillo a tornillo. Moralmente, la victoria en este cómic (y en la vida real) es suya. Dos desconocidos sin demasiado talento teórico son los que consiguen dar la puntilla a una investigación de décadas que no parecía encontrar una base empírica en la que apoyarse.


En cierto modo, es una historia que ya hemos leído mil veces: el escudero que se convierte en el mejor caballero de la Edad Media, el joven estudiante que se convierte en Spiderman... Reivindicar unos orígenes humildes como punto de partida del éxito es un lugar común que funciona muy bien en la ficción. Voy a utilizar una palabra horrible: es "inspirador". Sin embargo, le quita aquí, creo, importancia a otros científicos, a otra forma de investigar. No se puede negar que Penzias y Wilson no desperdiciaron el tiempo trabajando con su antena, pero también es verdad que sus investigaciones no valieron nada hasta que científicos teóricos brillantes supieron lo que significaban todos aquellos números.

Quiero destacar el papel de Henrietta Leavitt en este cómic. Si el guionista hubiese querido, podría haberse omitido tranquilamente, pero la presencia de al menos una científica dentro de este cómic era necesaria. No es una cualquiera: el tamaño del universo, su expansión y su origen nunca habrían sido temas de estudio sin sus conclusiones sobre las cefeidas.


Aunque el corazón de este cómic sean en gran parte Eisntein, Penzias y Wilson, el guión cubre un gran espectro de épocas, lugares e investigadores. La investigación científica, como el puente de mando de la Enterprise, los X-Men y la isla de Perdidos, es multicultural. La diferencia con el resto de ficciones es que en la ciencia los personajes rara vez se interrelacionen, y más raro aún es que coincidan en persona. La ciencia se parece en realidad a la película Einstein and Eddington (protagonizada por Andy Serkis y David Tennant y bastante recomendable), con dos científicos protagonistas que nunca llegan a verse en persona. En ese sentido hay que felicitar a Balbi por superar estas dificultades y construir un relato interesante, que progresa con varios giros narrativos y al mismo tiempo es didáctico y fiel a los hechos históricos.

En el medio del cómic difícilmente vamos a encontrarnos obras científicas que aspiren a algo más complicado que la divulgación. Cosmicómic es un cómic realmente sencillo de leer, que sabe mantener la atención del lector y con el que éste se llevará un par de lecciones aprendidas a casa. Con el éxito de The Big Bang Theory y los últimos premios Nobel sobre la expansión del universo quiero creer que este tomo encontrará el público amplio que merece.