lunes, 19 de noviembre de 2018
No hay Daredevil sin Miller
En su tercer año, la serie de Daredevil producida por Netflix sigue atada a la versión del personaje a la que dio forma Frank Miller a principios de los 80. Esta insistencia en tomarle como referente ya me llega a molestar. Por supuesto que Miller fue clave para que el personaje haya conseguido la relevancia que tiene todavía, pero me parece ridículo reducirlo de esta manera. ¿Qué opinión parece que se está dando sobre el resto de autores e historias que hubo antes y después? ¿Va a ser verdad que Marvel tendría que haber cancelado la colección después de publicar Born again?
Esta insistencia en los elementos más característicos de aquellos cómics junto con otros elementos que vuelven de anteriores temporadas (de nuevo el traje negro, de nuevo Wilson Fisk, de nuevo... otras cosas que son destripes...) los veo como una consecuencia del cambio de showrunners en cada temporada. Sin un autor estable que marque una dirección general en este proyecto, la serie salta a cada temporada de una dirección a otra, sin un objetivo a largo plazo al que llegar (como en una colección de cómics, también es cierto). Ni siquiera el creador de la serie, Steven S. Knight, aguantó más de dos capítulos. Esto obliga de alguna manera a estos showrunner a encontrar esos recursos que dan continuidad a la serie, y de todos ellos el que ha ganado relevancia es el plano secuencia de 10 minutos de cada temporada. Esta "marca de la casa" es, para una serie económica como esta, un riesgo técnico que habría que felicitar.
Lo que para mí diferencia esta temporada de las anteriores es que los personajes han ganado significado como símbolos. Frente a un villano que representa la corrupción y el abuso de poder, tenemos tres personajes protagonistas que se identifican con las tres maneras de combatirlo: el Estado (el abogado idealista Foggy Nelson), la prensa libre (la periodista Karen Page) y la cooperación y el trabajo en equipo (Matt Murdock). El propio Wilson Fisk (ahora ya sí, Kingpin) me parece mucho más creíble. Es un villano como los del mundo real, personajes que buscan lo mejor para ellos sin importar el daño que pueda significar para otros. Fisk precisamente es el protagonista de la trama romántica de esta temporada, su historia de amor es la causa de tanto miedo y muertes.
Poindexter (Bullseye, para los que vamos prevenidos de los cómics) por un lado cumple el papel del reverso oscuro de Matt Murdock. Los dos han pasado por experiencias traumáticas en su infancia, y estas les han llevado a entrenar sus habilidades hasta límites sobre humanos. Lo que les diferencia, parece decir la serie, es que Poindexter no sabe controlar sus miedos, y Daredevil sí. No me termina de funcionar, porque aquí Bullseye es, simplemente, un enfermo. Por otro lado, Bullseye representa los excesos de Kingpin, y por tanto es clave más por lo que significa para Fisk que para Murdock.
Estas novedades se suman a lo que ya funcionaba de serie. Daredevil es, más que un superhéroe, un justiciero callejero que investiga casos de corrupción; un personaje de género negro antes que de género fantástico. Las peleas son otro de los atractivos. Por un lado, las coreografías son espectaculares gracias a que los personajes utilizan máscaras que dan libertad a los especialistas de escenas de acción. Por otro, el equipo de maquillaje puede sacar heridas y moratones tremendos sin mucho gasto económico.
Hay otros aciertos, claro, en los que la responsabilidad viene de Netflix, que con la información de la actividad de visionado de los subscriptores puede darle al espectador exactamente la serie que quiere ver. De ahí vienen también sus debilidades. Es una serie de fácil consumo que no le exige nada al espectador ni tampoco le pretende incomodar en ningún aspecto. Al público se le da algo cómodo, una historia que ya ha visto muchas veces: la épica del hombre que se salta las normas para hacer lo que considera correcto, incluso si eso significa aplicar la violencia. Y sobre todo, es una serie barata, en la línea de Netflix, y por eso dividida en capítulos alargados y llena de diálogos en los que el número de personajes que aparecen en escena suele ser el mínimo.
Con sus tales y cuáles, aún así creo que estaremos de acuerdo en que Daredevil es la mejor serie del universo de los Defensores, y que esta tercera temporada puede ser la mejor de las que se han visto hasta ahora. Sin embargo, me temo que como producto va a ser altamente adictivo y potente sólo para esta generación de espectadores. Creo que la falta de riesgo y la repetición van a hacer que estas historias caigan en el olvido en cuanto pasen unos años después de su cancelación. De los cómics de Daredevil de Miller, por su parte, se seguirá hablando.
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