martes, 14 de enero de 2014

La evolución y el inmovilismo en los cómics

Podríamos definir un guión estándar como una larga sucesión de conflictos a los que se enfrentan uno o varios personajes mediante los cuales se resuelve uno mayor que envuelve toda la historia. Estos conflictos pueden ser de tipo interno (un personaje frente a sí mismo), personales (un personaje frente a otro) y extra-personales (un personaje frente a una institución). Con la resolución de cada conflicto se debería cambiar un valor narrativo, es decir, modificar alguna característica del relato desde lo positivo a lo negativo, o de lo negativo a lo positivo. Si el conflicto de un personaje es que es pobre, pasará a ser rico. Si es que tiene confianza en sí mismo, dudará. Si intenta luchar contra el racismo, lo conseguirá.

Estas generalidades pueden funcionar para cualquier tipo de narración: poemas épicos, literatura, obras de teatro, películas, musicales... y también en el cómic. Ahora bien, a lo largo de la historia el cómic se ha desarrollado en un conjunto de soportes muy diferentes al cine o la literatura. Me imagino que se podría proponer que dentro del cómic habría que hacer excepciones concretas según haya sido la forma de desarrollar los relatos.

Una posible clasificación
Como propuesta, voy a dividir los cómics en función de los finales de la narración, es decir, el momento en el que se resuelven los conflictos. Por un lado, los finales absolutos (equivalentes a un punto y final) y por otro los finales intermedios (los puntos y aparte). Según esta propuesta, los cómics se podrían dividir por ejemplo en cuatro categorías:

                     ____________________________
                     |              |             |
                     |Capítulos     |Capítulos con|
                     |independientes|continuidad  |
 ____________________|______________|_____________|
|                    |              |             |
|Sin final definitivo|      A       |     C       |
|____________________|______________|_____________|
|                    |              |             |
|Con final definitivo|      B       |     D       |
|____________________|______________|_____________|


Si una historia se basa en la evolución de un personaje torpe que gracias a un conjunto de experiencias vitales se vuelve hábil en el final definitivo, entonces a lo largo del relato se le debería ver progresando y madurando hasta llegar a esa resolución. Por el contrario, sin un final definitivo un personaje que se defina esencialmente como torpe no podría llegar en ningún momento a superar esa torpeza. Si la supera, querría decir que esa característica realmente no era la que lo definía de forma esencial.

Por poner ejemplos concretos, en El Almanaque de mi Padre la conclusión a la que quiere llegar el autor (Jiro Taniguchi) es la reconciliación de Yoichi con su padre recién fallecido. La historia no podría haber seguido a partir de ese momento porque el objetivo era mostrar cómo evolucionan los sentimientos del protagonista hasta alcanzar la resolución. Si se hubiesen añadido capítulos después de este final, querría decir que la reconciliación padre/hijo no era el tema de la historia, sino otro diferente.

Por el contrario, los cómics de Carpanta no pretenden llegar a ningún final definitivo concreto. Carpanta desde su creación es pobre y pasa hambre, son las características que lo definen. Escobar no desarrolló el personaje de modo que en el final absoluto de sus aventuras consiguiese superar las dificultades del destino para comer pollos asados siempre que quisiese.

Por otro lado, la división entre capítulos independientes o con continuidad es muy borrosa, pero vamos a aceptarla de manera provisional. Para poder entender la reconciliación de El Almanaque de mi Padre necesitamos pasar por todos y cada uno de los capítulos. El capítulo 1 continúa en el 2, y éste viene del 1 y desemboca en el 3. Por su parte, con Carpanta cualquier página se lee de forma independiente. Entendemos en cada cómic que Carpanta pasa hambre y que la mala suerte le pone siempre al borde de un banquete que se le niega a continuación. Nos podemos saltar páginas intermedias porque no hay cambios entre ellas.

Una historia que no esté dividida en capítulos (entendidos como álbumes, comic-books, capítulos de una novela gráfica, etc.) se podría considerar como una historia con un único capítulo, por ejemplo.

Hay casos intermedios en los que una gran historia (las aventuras de Mortadelo y Filemón) están divididas en capítulos independientes (álbumes de 44 páginas). Sin embargo, éstos álbumes a su vez están compuestos por capítulos con continuidad entre sí.

Caso A: Capítulos independientes para una historia sin final definitivo
Por ejemplo: The Spirit, Peanuts, Carpanta...

El objetivo de este tipo de cómics sería plantear un personaje fijo con una personalidad interesante muy marcada. Cada capítulo se mueve en unos términos diferentes (temas, secundarios, escenarios...) para dar variedad, pero mantiene unas características comunes para conseguir la uniformidad de una colección regular. Por ejemplo, si el protagonista es un héroe al final por lo general debería conseguir una victoria; si es un personaje frustrado lo normal es que fracase. Nunca se llega a un estado de equilibrio total. El personaje se define por una inestabilidad continua a pesar de la repetición del esquema.

Caso B: Capítulos independientes para una historia con final definitivo
Por ejemplo: ¿?

Tal como yo lo veo, este tipo de cómics deberían funcionar básicamente como los del apartado anterior, con capítulos independientes y un personaje fijo que no varía en sus características esenciales. Ahora bien, si tiene un final definitivo, entendido como el momento en el que el personaje resuelve los conflictos esenciales que le caracterizan, querría decir que en ese último capítulo el personaje dejaría de ser él mismo. El capítulo final de Carpanta, por ejemplo, podría ser la superación de su pobreza y su mala suerte. Podría consistir en ver a Carpanta consiguiendo un trabajo o recibiendo una herencia que le asegure el sustento para el resto de su vida.

Caso C: Capítulos con continuidad para una historia sin final definitivo
Por ejemplo: Príncipe Valiente, Spiderman, Superlópez...

Como no existe un final definitivo, el personaje debe caracterizarse por una personalidad concreta y prácticamente inmutable. Sin embargo, como cada capítulo se lee como continuación del anterior, es necesario que el protagonista en cada entrega vaya resolviendo conflictos que sean diferentes, con lo que se consigue una sensación de progreso. Como son dos conceptos difíciles de conciliar es posible que un guionista torpe logre que el protagonista pierda y recupere sus características esenciales continuamente. Por ejemplo, Spiderman no sólo ha llegado a dejar de estar caracterizado por sus secundarios, su profesión o su traje, sino que incluso ha cambiado su nombre, sus poderes, etc.

Es un tipo de relato complicado, ya que la variedad de conflictos que el protagonista puede resolver es limitada si no se quiere caer en la repetición de temas. Al mismo tiempo, si no hay un final definitivo en mente, el personaje tampoco puede sufrir cambios que evolucionen en una dirección concreta.

Caso D: Capítulos con continuidad para una historia con final definitivo
Por ejemplo: El Almanaque de mi Padre, El Eternauta, Y: el Último Hombre...

Por el contrario, en una historia con capítulos continuados que avanzan hacia un final (planificado de antemano o no) es más sencillo crear una evolución en los personajes, desarrollar un tema, etc. Al principio del relato se presenta a un personaje (o varios) con ciertos atributos que cambian de manera que al llegar al final se produce un clímax emocional e intelectual. El argumento global no sólo nos conmueve por el tratamiento de un tema, sino que está construido para producir (al menos) una reflexión en el lector. Dependiendo de la extensión del cómic se puede explorar este tema principal desde uno o varios puntos de vista. Así, el feminismo de Y: el Último Hombre se analiza en campos como la política, la religión, la ciencia, la ley, etc.

Conclusiones
Tal como yo lo veo, tan interesante es una colección que desarrolla una trama que desemboca hacia un final definitivo, como otra que se divida en capítulos independientes y sin relación. Hay muchos casos de estos tipos de historias y en todos ellos existen ejemplos de grandes cómics. Las dificultades surgen únicamente en el tercer caso, donde hay que intentar jugar con la evolución que impone la continuidad de los capítulos y el estancamiento que impone la falta de un final definitivo.

La solución que han aplicado muchos artistas a este problema ha consistido en presentar "finales definitivos" falsos. De este modo, los autores en sus etapas han desarrollado un gran tema que han resuelto en sus últimos números, lo que da la sensación de una historia completa. Stan Lee y Steve Ditko (si sólo contásemos hasta el Amazing Spider-Man #33) trataron la culpa y el aprendizaje de la responsabilidad con Spiderman. Cuando éste levantó la maquinaria pesada para poder salvar a tía May de la muerte enmendaba la culpa que sentía por la muerte de tío Ben. Los autores cerraron esa trama, demostraron que sus aventuras como superhéroe le habían servido para hacerle madurar. Habían convertido a un excluido social en un héroe de forma irrevocable.

No es una solución del todo efectiva. Volviendo otra vez a Spiderman, apenas 15 números después (Amazing Spider-Man #50) el trepamuros sufrió una crisis personal que le hizo replantearse la utilidad de su heroísmo, como si salvar la vida de su tía no hubiese significado nada para él. Visto el desarrollo de la colección estas dudas no tenían ningún sentido a esas alturas, pero son incoherencias comprensibles cuando no existe un camino trazado a largo plazo.

Termino señalando el gran error de este análisis: la división extrema que he hecho entre capítulos independientes y capítulos con continuidad. Cualquiera es capaz de pensar en ejemplos de cómics formados por pequeñas historias que se podían leer de forma independiente... y al mismo tiempo tenían continuidad entre sí. Cualquiera puede disfrutar un cómic de Astérix sin necesidad de leer los anteriores, pero existen sucesos que a veces dan un orden cronológico al conjunto de álbumes. Con este tipo de capítulos/álbumes en las colecciones extensas los autores consiguen dos objetivos comerciales: el gran número de lectores casuales puede acercarse a la colección cuando quiera, y el pequeño número de lectores fieles siente la necesidad de conseguir todas las historias que forman la colección.

2 comentarios:

J R Solera dijo...

Hola, muy interesante entrada. Te pido perdón si ya lo conocías, pero en caso de que no sea así, te recomiendo al respecto de todo lo que aquí cuentas la lectura del Understanding Comics (Cómo Se Hace Un Cómic) de Scott McCloud, el capítulo donde hace un análisis de los tipos de escenas que puedes encontrar en un cómic.
La otra cosa que creo que te sería muy interesante conocer es el ensayo El Mito de Superman, que es uno de los que componen el libro Apocalípticos e Integrados de Umberto Eco, donde habla precisamente de los continuará. Un saludo y disculpa de nuevo si ya tenías en cuenta todo esto.

Peúbe dijo...

¡Tranquilo, no hay nada de lo que preocuparse ni que disculpar! Gracias por el comentario.

El libro de Scott McCloud lo tengo y lo he releído bastante, pero creo que no dice nada sobre escenas, ¿no? Lo más parecido serían las transiciones viñeta a viñeta.

El libro de Umberto Eco todavía no lo he leído, lo tengo en mi lista desde hace mucho tiempo. Ya que lo comentas creo que voy a intentar darle prioridad.