lunes, 2 de diciembre de 2019

Dean Martin y Jerry Lewis, autores de cómic: 'Cómicos en París' (1955)

En este año se han publicado en España dos libros sobre un mismo tema: la persecución moral y legal contra los cómics. De primeras yo recomiendo mucho La plaga de los cómics (Es Pop, 2019), pero tengo la sensación de que El pueblo contra los cómics (ACT, 2019) va a ser una joyita. Mientras espero para comprármelo, me he topado con una película ambientada en aquellos mediados de los 50 en los que el cómic fue el enemigo número uno en Estados Unidos. Se trata de una comedia musical, la penúltima de la pareja formada por Dean Martin y Jerry Lewis, en la que el cómic tiene una presencia importante.

En Cómicos en París (1955) la traducción del título no tiene ningún sentido: ni los personajes son cómicos ni la acción se ambienta en París. Rick (Dean Martin) y Eugene (Jerry Lewis) son una pareja de artistas con problemas económicos que comparten piso en Nueva York. El primero quiere vivir de sus cuadros y el segundo, de sus cuentos infantiles. Su vida da un vuelco cuando descubren que en la planta de arriba vive Abigail (Dorothy Malone), la autora de The Bat Lady, el cómic de superhéroes que tiene obsesionado a Eugene.

Eugene lee cómics de Bat Lady en sus horas de trabajo...

... y antes de irde a dormir.


El argumento es tan enrevesado como el de un culebrón. Abigail renuncia a dibujar más a Bat Lady cuando su editor le pide que incluya crímenes y sangre. A partir de ese momento empieza a dibujar cuentos infantiles con ayuda de Eugene, el cual está enamorado de Bessie (Shirley MacLaine), la modelo que posaba como Bat Lady. Mientras tanto, Rick crea un nuevo cómic violento, Vincent the Vulture, a espaldas tanto de Abigail (de la que está enamorado) como de su amigo Eugene. Sin embargo, los guiones en realidad los está escribiendo este último sin darse cuenta, porque Rick sólo transcribe las pesadillas nocturnas de su compañero de habitación.

Bessie posa como Bat Lady para Abigail.

Eugene se asusta al ver a Bat Lady en carne y hueso.

Bessie y Abigail toman el sol mientras leen cómics.

Rick mira un estante en el que sólo venden cómics de Bat Lady.

Eugene posa como Freddie, el ratón de campo, el personaje de sus cuentos infantiles.

Si hasta ahora no lo he dejado claro, la película es una tontería especialmente por su tramo final. En los sueños de Eugene aparece de manera inexplicable la fórmula secreta que el gobierno de EEUU está desarrollando para viajar al espacio. Cuando el cómic de Rick llega a los kioskos, tanto el gobierno americano como el soviético persiguen a la pareja protagonista justo en mitad de un espectáculo teatral (¿?) en el que actúan junto con Abigail y Bessie.

Vincent, the Vulture se vuelve un gran éxito entre los niños.


Hasta los bebés lo leen.

E incluso los militares encargados de misiones secretas.

La espía comunista Sonia (Zsa Zsa Gabor) también se viste de Bat Lady para acercarse a Eugene.

La película es un pasatiempo que sólo tiene la intención de distraer. Aún así, es interesante por el contexto en el que se hizo. Mientras que las normas de autocensura del Comics Code Authority llevaban en activo un año, en la película vemos a un editor que quiere publicar violencia para poder competir con la televisión, en la que ha visto «13 asesinatos, 4 apuñalamientos, 9 estrangulamientos y 6 envenenamientos en dos canales en una hora», y todo gratis. En la televisión, dice, se puede ver sangre chorreando a borbotones a todo color, apoyada por anunciantes de aspecto amistoso. Cuando Vicent, the Vulture, se convierte en un éxito, la editorial fabrica merchandising en forma de puños americanos o una pistola de juguete que dispara de verdad.

El Sr. Murdock (Eddie Mayehoff) le enseña el peligroso merchandising a Rick.

Por culpa de este editor Abigail renunció a esta industria para convertirse en una activista anti cómics junto a Eugene (los cómics le enseñaron a «hacer fuego chocando dos latas de gasolina»). Aún así, no parece que la película le eche toda la culpa del comportamiento de los niños a las historietas, sino también a la despreocupación de los padres. Por ejemplo, una activista visita la editorial para quejarse de la mala influencia que ejercen los cómics en «mentes sin desarrollar», y para demostrarlo decide dejar allí a su hijo mientras se va de compras. «Pero señora, ¿como madre no le preocupa un poco dejar aquí a una mente sin desarrollar?», le dice el editor.

La película curiosamente fue dirigida por Frank Tashlin, que aunque había destacado en el mundo de la animación también escribió cuentos ilustrados y cómics, que firmó como Tish Tash:





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