lunes, 9 de septiembre de 2019

El adulto que lee 'El niño que llevas dentro'


La edad afecta a cómo te enfrentas a un relato. Las historias son, entre otras cosas, guías que nos educan para enfrentarnos a los problemas a lo largo de nuestra vida, pero con los años la imagen que tenemos de ella cambia. Los problemas de un niño (el colegio, la amistad, los padres...) no son los de un adulto (el trabajo, la muerte, la política...) Por eso entiendo que hay historias que de adolescente me gustaron pero que ahora no me llaman la atención, y viceversa. Lo veo también en las películas de Marvel, y especialmente en las de Spiderman con Tom Holland. Veo sus virtudes, pero me cuesta conectar emocionalmente con ellas. Bien para una verlas vez, pero no para repetir.

Volviendo a los cómics, tampoco tengo interés en los últimos años de Spiderman, por poner un ejemplo. Cuando leo que en algunas de las últimas entregas la mente del Doctor Octopus ha ocupado el cuerpo de Peter Parker, o que Spiderman se encuentra con otros hombres y mujeres arácnidos de realidades alternativas, o que se convierte en un multimillonario... no me despierta ningún interés. No tengo la menor idea de si se trata de buenos o malos cómics. Simplemente, este tipo de premisas no me llaman la atención. Y como escribir en este blog no es un trabajo (nunca he pedido copias de prensa y no quiero hacer publicidad), no me voy a esforzar en ponerme en el lugar de otro lector, a imaginarme cómo es la experiencia lectora desde los ojos de una persona con otras inquietudes.

El tomo que Panini ha editado hace poco, El niño que llevas dentro (1991), sí me parecía interesante. En él no hay big concepts, grandes revelaciones, giros de guión imprevisibles, locura ni grandes espectáculos. En su lugar, hay tres personajes adultos que se enfrentan a sus traumas infantiles: el origen del miedo a la muerte de Peter Parker, la obsesión del Duente Verde de culpar a Spiderman por la falta de cariño de su padre, y el origen de la personalidad monstruosa de Alimaña. Las alucinaciones y los monólogos interiores fragmentados son algunas de las herramientas con las que J. M. DeMatteis y Sal Buscema profundizan en la psicología de estos personajes, con las que nos ayudan a ponernos en su lugar y conocerlos.

Precisamente J. M. DeMatteis era conocido en la colección de Spiderman por otro cómic, La última cacería de Kraven (1987), que tuvo una secuela directa unos años después, El espíritu del cazador (1992). (Pequeño paréntesis: una secuela bastante innecesaria que corregía el «pecado» de que un villano se hubiese suicidado explícitamente en un cómic para niños. Y aún así, merece la pena). El aficionado de los tebeos de Spiderman suele comentar que, a pesar de su calidad, a La última cacería de Kraven le quita puntos que no sea un testimonio del espíritu general de su colección. Quien se lea ese cómic oscuro y psicológico no va a ver el culebrón y el humor que hicieron al hombre araña tan popular en los 60 y los 70.

Lo comento porque precisamente este tomo, El niño que llevas dentro, funciona como una continuación de aquel. Se podría decir que La última cacería de Kraven no reflejaba el pasado de la colección, pero sí se adelantaba al estilo que tendría en el futuro. Las páginas de este tomo más interesantes no son las de acción, sino las de introspección. Si en los cómics del pasado había humor, aquí hay angustia. Y donde antes sólo era necesario que el dibujante fuese un apoyo para los textos, aquí tenemos a un Sal Buscema inmenso, que llena de vida especialmente las páginas mudas.

Este tomo se puede leer de manera independiente sin problemas, acaba sin dejar ninguna trama al aire, algo que en cierto modo me entristece. Si quedase algo por contar, podría imaginar que Panini/Marvel tiene planes para continuar esta colección con los cómics que se publicaron después. Espero que lo hagan, porque quiero seguir leyendo más historias así. No voy a decir que sea el mejor cómic de Spiderman que he leído, pero sí el tipo de historias que quiero leer en este momento.

1 comentario:

Juan Miguel dijo...

Concuerdo, muy buena historia cuyo final es paralelo si mal no recuerdo a la historia del fin de Harry osborn en web of Spider-Man 200 si mal no recuerdo.