viernes, 29 de abril de 2011

El 300 histórico: aquí, por la ley espartana, yacemos

Con este último post dejamos el tema. Recomiendo leer los libros que he ido enlazando si alguien quiere saber más de esta batalla. La batalla de las Termópilas es un libro histórico donde se puede leer lo primero que se escribió sobre este tema, recopilado para quienes sólo quieran leer sobre esta batalla, mientras que Las puertas de fuego es una novela tan épica y emocionante como fiel a los datos históricos que se conocen.

En el lugar de la batalla existen varios monumentos recordando la batalla, en las que aparecen algunas inscripciones que fueron usadas por Miller en el cómic:

"Los griegos fueron sepultados en el mismo lugar en el que cayeron, al igual que quienes murieron antes de que se retiraran los que habían sido autorizados a ello por Leónidas, y sobre sus tumbas figura grabada una inscripción que reza así:

Aquí lucharon cierto día, contra tres millones,
cuatro mil hombres venido del Peloponeso.

Como digo, esta inscripción hace referencia a la totalidad de los caídos, mientras que a los espartiatas en particular se refiere esta otra:

Caminante, informa a los lacedemonios que aquí yacemos por haber obedecido sus mandatos."


"En la actualidad hay dos monumentos conmemorativos en las Termópilas. En el moderno, llamado el monumento a Leónidas, en honor al rey espartano que allí cayó, está grabada su respuesta a la petición de Jerjes de que los espartanos depusieran las armas. La respuesta constó de tres palabras: "Ven a buscarlas".

El segundo monumento, el antiguo, es una sencilla pieza sin adornos con unas palabras del poeta Simónides grabadas en ella. Sus versos constituyen quizá el más famoso de los epitafios guerreros:

Ve a decirle a los espartanos,
extranjero que pasas por aquí,
que, obedientes a sus leyes,
aquí yacemos."


(Las traducciones son obra de Carlos Schrader y Carme Camps, y están extraídas de los libros La batalla de las Termópilas y Las puertas de fuego.)

1 comentario:

Unknown dijo...

Inspirador a más no poder. . .
Viva Leonidas.