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martes, 26 de noviembre de 2013

La escritura de guiones y el amateurismo

Dentro del mundo del cómic la imagen tiene tantísima fuerza, tanto impulso, atrae tanto a los lectores y los conmueve de tantas maneras que los autores y los lectores pueden llegar a una conclusión equivocada sobre los guiones: que cualquiera los puede hacer, que son una parte menor dentro del esfuerzo de crear un cómic, que es lo de menos...

Incluso da la sensación de que cualquiera que proponga sugerencias en este ámbito inmediatamente limita la creatividad, como si "educación" y "maestro" fuesen sinónimos de "estandarización" y "dictador". Como decía Ortega y Gasset, un maestro "enseña a la vez a dudar de lo que enseñas."

Una página de guión de V de Vendetta, de Alan Moore

Por eso quería copiar unos párrafos de El Guión (Story) de Robert McKee. Es un tema al que no dejo de dar vueltas últimamente:

"El arte de la narración es una fuerza cultural dominante en el mundo, y el arte del cine es el medio dominante de esa gran empresa. El público mundial es devoto pero ansía historias. ¿Por qué? No porque haya una escasez de esfuerzos. El Sindicato de Guionistas de América registra en sus anales más de treinta y cinco mil títulos anuales. Y ésos son solamente los que se llegan a registrar. En toda América se intentan escribir cientos de miles de guiones cada año, pero sólo hay un puñado de calidad debido a muchas razones. La principal es que los que hoy aspiran a ser guionistas se apresuran a sentarse ante el teclado sin aprender primero el oficio.

Si nuestro sueño fuera componer música, ¿nos diríamos a nosotros mismos: «Ya he escuchado suficientes sinfonías... también sé tocar el piano... creo que compondré una este fin de semana.»? No. Pero es exactamente así como empiezan muchos guionistas: «He visto muchas películas, algunas buenas y otras malas... saqué un sobresaliente en redacción... han llegado las vacaciones...»

Si quisiéramos componer nos dirigiríamos a un conservatorio para aprender tanto la teoría como la práctica musical, centrándonos en el género de la sinfonía. Dentro de años de diligencia fusionaríamos nuestro conocimiento y nuestra creatividad, echaríamos mano del coraje y nos aventuraríamos a componer. Hay demasiados escritores poco reconocidos que nunca sospechan que la creación de un buen guión es tan complicada como la creación de una sinfonía e incluso más, en algunos aspectos. Mientras el compositor crea con la pureza matemática de las notas, nosotros sumergimos en ese algo caótico conocido como naturaleza humana.

(...)

Respecto a la técnica, lo que el novato confunde con oficio es simplemente su absorción inconsciente de elementos narrativos de todas las novelas, películas u obras de teatro con las que se ha encontrado. al escribir evalúa y compara su trabajo con un modelo construido a partir de un cúmulo de lecturas y observaciones. El escritor sin formación lo llama «instinto» aunque sólo se trata de un hábito que resulta rígidamente restrictivo. O imita su prototipo mental o se imagina en la vanguardia y se rebela contra él. Pero el uso ciego y caprichoso de la rebelión contra la suma de repeticiones inconscientemente grabadas no son, en ningún sentido, técnicas, y producen guiones plagados de clichés de tipo comercial o artístico."

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