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lunes, 17 de febrero de 2020
Juegos y pistas en los cómics de Zipi y Zape y Drácula
Hace una semanas colaboré en otro programa de Campamento Krypton, esta vez sobre un tema amplio y con cierta dificultad. Lo que hace interesante al cómic como medio es que en un mismo espacio se colocan una al lado de la otra las imágenes que forman parte de un relato. En este caso, el programa se centró en aquellos cómics en los que la distribución de las imágenes es más imaginativa, en los que se prueban experimentos más alocados. Un poco al hilo de esto se comentaron también cómics en los que hay un componente de juego interactivo, en forma de juego de rol o de «elige tu propia aventura».
Es ahora cuando me acuerdo de dos casos más que no llevaba preparados el día de la grabación. Son dos casos diferentes, en los que el juego con el lector consiste en pedirle que encuentre errores o pistas dentro de la historia. Uno de ellos es la historieta principal del Zipi y Zape especial n.º 161 (1986), dedicado a los pasatiempos. En la primera viñeta Josep Escobar propone a sus lectores encontrar los errores de texto y dibujo que ha incluido en una historieta en la que la familia Zapatilla intenta escapar de sus vecinos, los Plómez.
Al pensar en estas cuatro páginas me vino a la cabeza uno de los mejores números de Tomb of Dracula. En el n.º 25 de esta colección los autores presentaron a un detective privado, Hannibal King, que se revelaba como vampiro en página final. Sin embargo, a lo largo del número incluyeron once pistas (con relativa sutileza) que anticipaban ese final. Por ejemplo, en la penúltima viñeta de esta página, King no se refleja en el espejo:
En esta otra el detective recorre una larga distancia en solo 3 minutos. También en la última viñeta se puede intuir que ha entrado en el edificio por la ventana porque la única escalera a la vista conduce hacia arriba, no hacia abajo.
lunes, 10 de febrero de 2020
'Loquilandia' en los tebeos de Bruguera
Quien haya visto Loquilandia (Hellzapoppin', 1941) una vez en su vida, ya no la puede olvidar. Es una película que sigue sorprendiendo incluso hoy día. El arranque explica la intención de sus creadores: "Cualquier parecido entre Loquilandia y una película es pura coincidencia". En su guion no hay lugar para la lógica narrativa, todo es un caos enfocado a la sorpresa y el humor: surrealismo, trucos de cámara y efectos especiales, gags que no buscan la risa sino la perplejidad... Ahora que tanto se habla de posthumor o de lo sorprendente que es Deadpool (2016) por su forma de romper la cuarta pared es posible que esta película merezca ser más recordada.
Cuando la vi por primera vez hace unos años recuerdo que una escena me sorprendió especialmente. Los protagonistas, Ole y Chic, consiguen que un mago les haga desaparecer, pero por error sólo funciona con la mitad del cuerpo:
En ese momento Pepi, un príncipe ruso venido a menos, entra en el cuarto en busca de pelea. Para disimular, Ole y Chic se colocan uno delate del otro para que parezca que son una única persona. Al principio funciona, pero pronto se descoordinan.
El efecto le debió de hacer gracia a Josep Escobar, porque lo incluyó en una de sus historietas de Zipi y Zape de los años 50:
El último plano de la película es otra genialidad. El director está tan frustrado por el guion de la película que saca un revolver y dispara al guionista. Él le quita importancia: "Siempre llevo un chaleco antibalas en el estudio". Aún así, cuando bebe un vaso de agua...
En este caso me imagino que el gag se habría utilizado en dibujos animados antes y que también se habrá repetido muchas veces en cómics y dibujos animados. Sin embargo, cuando lo vi me acordé de un gag de En Alemania (1982):
Cuando la vi por primera vez hace unos años recuerdo que una escena me sorprendió especialmente. Los protagonistas, Ole y Chic, consiguen que un mago les haga desaparecer, pero por error sólo funciona con la mitad del cuerpo:
En ese momento Pepi, un príncipe ruso venido a menos, entra en el cuarto en busca de pelea. Para disimular, Ole y Chic se colocan uno delate del otro para que parezca que son una única persona. Al principio funciona, pero pronto se descoordinan.
El efecto le debió de hacer gracia a Josep Escobar, porque lo incluyó en una de sus historietas de Zipi y Zape de los años 50:
El último plano de la película es otra genialidad. El director está tan frustrado por el guion de la película que saca un revolver y dispara al guionista. Él le quita importancia: "Siempre llevo un chaleco antibalas en el estudio". Aún así, cuando bebe un vaso de agua...
En este caso me imagino que el gag se habría utilizado en dibujos animados antes y que también se habrá repetido muchas veces en cómics y dibujos animados. Sin embargo, cuando lo vi me acordé de un gag de En Alemania (1982):