Se titula La plaga de los cómics, pero la forma en la que está escrito este libro me recuerda más a una guerra. Por un lado, la industria del comic book (es decir, los cuadernos grapados con historietas). Por el otro, los defensores de la moral y el buen gusto. Lo que estaba en juego, como explica el prólogo, era el origen de una cultura juvenil rebelde que se adelantó al rock and roll.
En el bando de la industria, David Hadju se centra en los autores y editoriales más transgresores, es decir, aquellos que se especializaron en las historias de crímenes y terror, de humor y de género romántico. A través de nombres como Charles Biro, Jack Kirby, Harvey Kurtzman o Bill Gaines el libro enlaza las diferentes modas por las que pasaron las historietas, su altísimo calado popular y sus contenidos más polémicos.
Con las sinopsis de algunos de estos cómics es sencillo entender la parte más interesante del libro, es decir, el otro bando, la reacción de la sociedad más conservadora de EEUU, formada por asociaciones religiosas y de padres que empezaron a atacar a los cómics como forma de expresión. En un principio las críticas no se dirigían sólo a la mala influencia que ejercían sobre los niños, sino también al poco talento de sus autores y la baja calidad de impresión. Con el tiempo, a través de diferentes noticias de sucesos y artículos de opinión fue creciendo la mala fama de este medio, hasta el punto de que incluso uno de los considerados padres del formato comic book llegó a arrepentirse públicamente de su creación.
Esta guerra figurada desembocó en la que se podría considerar la batalla final: la comisión del senado en la que se quería analizar la conexión que podría haber entre la lectura de cómics y la delincuencia juvenil. La investigación, más allá de las conclusiones a la que llegase esta comisión, supuso la gran derrota del cómic americano: descrédito, autocensura... Esta comparación bélica funciona especialmente por la forma en la que acaba el libro, con una «placa de caídos en combate» con los títulos que fueron cancelados y los puestos de trabajo que fueron destruidos.
Pongo por aquí unas ideas sueltas:
- Llevo años pensando que la persecución contra los cómics en EEUU durante los años 50 podría dar para una película, un cómic, una novela, una serie... Este ensayo es lo más parecido a lo que tenía en mente.
- El libro Seduction of the innocent se publicó en 1954. En él, el psiquiatra Fredric Wertham relacionaba de una manera poco científica la delincuencia juvenil con la lectura de cómics. Me surge esta duda: ¿Puede ser el primer libro publicado en EEUU que hable sobre cómics? Sería trágico si fuese así.
- Ya de por sí la primera industria del cómic americano estaba formada por parias, por inmigrantes e hijos de familias trabajadoras. Esta persecución mediática destruyó aún más la respetabilidad de estos autores.
- Hay muchos ejemplos en este libro de los excesos del bando censor, pero creo que no es justo demonizarle de forma absoluta. En la actualidad tenemos ejemplos de censura parecidos a la que pedían aquellas personas. Por ejemplo, está prohibido emitir por televisión contenido para mayores de 18 años de 6:00 a 22:00, la publicidad de productos adelgazantes, la de bebidas alcohólicas está bastante regulada y la de tabaco está prohibida en toda Europa. Incluso se está planteando actualmente la necesidad de regular los anuncios de casas de apuestas. Si los cómics actualmente tuviesen una cantidad de lectores comparable a las audiencias actuales de la televisión y si fuesen leídos masivamente por niños, nos parecerían razonables que se aplicasen unas regulaciones similares. Aún así, acabo mi papel como abogado del diablo recordando una anécdota que define demasiado bien la naturaleza del código de autocensura: no permitieron publicar una una historia corta que hablaba sobre superar los enfrentamentientos raciales... porque en ella salía dibujado un negro. ¿En qué sentido una imagen así podía ser una mala influencia para un niño?
- Puede parecer que este ensayo tiene interés únicamente para un lector americano o para alguien interesado en los cómics de aquella época, pero en realidad la persecución del cómic en EEUU tuvo un eco en todo occidente. En ese sentido, a quien esté interesado por la relación entre la censura de los cómics en EEUU y en España hay que recomendarle
La legislación sobre la historieta en España.
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