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lunes, 18 de junio de 2018
Mis problemas con la ciencia ficción de EC
Me gusta mucho la ciencia ficción. Creo que es el mejor género con el que se pueden transmitir ideas y reflexionar sobre ellas, porque todo en la ciencia ficción es una metáfora de algo. O al menos en la que está bien escrita. Al ser un género basado en mundos que el autor tiene que construir desde cero, todas las elecciones que hace se basan en sus intereses políticos y filosóficos. Por eso creo que el tema general que resume la ciencia ficción podría ser el análisis de cómo el avance científico de una sociedad presiona y fuerza a evolucionar la escala de valores (éticos, sociales, políticos, filosóficos…) de esta sociedad
(Hago un pequeño inciso para poner un ejemplo de una novela de ciencia ficción que acabo de leer, que me ha encantado y que creo que es un buen ejemplo de esta definición: La guerra de las salamandas. Muy recomendable).
Hace unos años tuve la oportunidad de comprar la colección Biblioteca grandes del cómic: Clásicos de la ciencia-ficción, que recopila los cómics de ciencia ficción de la editorial EC publicados entre 1950 y 1956. Sabía que en las revistas de esta editorial estaban algunos de los mejores autores de la época, especialmente el grandísimo dibujante Wally Wood, pero me temo que a estos cómics les ha afectado mucho el paso del tiempo, y no me refiero al apartado científico.
Como he dicho, lo que más me gusta de la ciencia ficción es que es un vehículo de ideas. Hay en estos cómics muchísimos ejemplos de ideas progresistas para la época, como críticas al armamento nuclear, pacifismo, animalismo (igual que en El planeta de los simios, en varias historias los seres humanos sufren las mismas torturas que algunos animales)… Un relato relativiza la mística del cristianismo al mostrar a un terrícola que es considerado un equivalente de nuestro Jesucristo en un planeta lejano (Weird Science #13). En otro, un científico loco transforma en mujer al novio de su hija, por lo que ella decide cambiarse de sexo también para seguir con él (Weird Science #10). En la misma línea, otros exploradores encuentran un planeta en el que sus habitantes cambian de sexo cada cierto tiempo (Weird Science #14), como ocurre en el planeta de Ursula K. le Guin de La mano izquierda de la oscuridad (1969). Tal vez el ejemplo más famoso sea el del Weird Science #18, protagonizado por un astronauta negro y que trata sobre el fin del racismo en la Tierra.
Todos estos ejemplos de mentalidad abierta, con los ojos puestos en un futuro utópico, chocan con otros detalles mucho más conservadores. Por ejemplo, a pesar del relato sobre el racismo, me llama la atención la escasísima representación de negros, asiáticos, latinos o cualquier otro colectivo. También las mujeres tienen menos presencia, tanto entre los personajes de fondo como entre los protagonistas. Pero el caso de las mujeres en estos cómics tiene un poco más de chicha.
Por lo general, las mujeres aparecen más que nada como decoración, y si tienen peso en la trama suele ser porque son un interés amoroso. Por ejemplo, en uno de los relatos de Weird Science #11, una computadora recibe por turnos lecciones de un maestro y una maestra. Como él se siente atraído por ella, la máquina tiene dificultades para aprender, por lo que los científicos recomiendan que la computadora sólo hable con hombres. Otro papel habitual es el de la esposa que quiere hacer daño al protagonista, como en los números #6 y #9. Pero de estos ejemplos el más risible es el del Weird Science #7: el científico protagonista tiene que lidiar con una esposa enjuta y malhumorada que le impide mantener un romance con una de sus estudiantes, a la que le dobla la edad.
Hay varios relatos de hombres que desean fabricar a la mujer artificial de sus sueños, pero el del Weird Science #5 es el más llamativo. En el futuro venden mujeres igual que si fuesen electrodomésticos o esclavas. La vendedora incluso tiene un monólogo bochornoso sobre la novia deluxe: «¡Nunca se queja, nunca discute, no se opone a que se quede hasta tarde con los amigotes, siempre sonríe, cocina divinamente, cose, le adora completamente y obedece todas sus órdenes! ¡En otras palabras, la esposa perfecta!» Casi parece que la esposa ideal sea una mujer lobotomizada…
Y hasta aquí he llegado, porque llevo años con estos cómics en la estantería y se me hacen duros de leer. Por si acaso, para mí estos problemas de representación de la sociedad no son una pega, sino un aliciente. Ver estos comentarios o aspectos machistas de la época es lo que me anima a avanzar unas páginas de vez en cuando. Mi problema con estos tomos es la poca variedad de los argumentos. Todas se parecen demasiado y se resumen en unos pocos temas: el ejército contra una invasión, el científico loco en su laboratorio, una familia afectada por aspectos fantásticos (viajes en el tiempo, extraterrestres...), exploradores espaciales... Me apasiona la ciencia ficción, pero estos cómics no serían el mayor exponente del género de la época.
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