Me gusta mucho Jason, pero hago una distinción muy clara entre sus historias largas y las cortas. Lo que echo en falta en sus recopilatorios de cómics cortos (y éste lo es) es el sentimentalismo que me atrapa en sus historias largas, una humanidad que parece surgir con naturalidad de unas caras de animales con una expresión fija, a medio camino entre la impavidez y la sorpresa. Sin este poso emotivo los cómics cortos de Jason suelen quedarse en el experimento o el chistecillo, que a mí personalmente no me dice mucho más. Sin embargo, la historia que cierra el tomo es una maravilla, una metáfora muy elegante e ingenioso del Alzheimer que merece la pena leer.
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