288 páginas, 15 €
Blanco y negro, tapa dura
Adolf Hitler es el mayor villano de la historia y del mundo de la ficción. En él y la esvástica de su partido se concentra la máxima expresión de maldad que podemos imaginar. Es difícil pensar en él como un ser humano más, como alguien que también tuvo infancia y adolescencia, como alguien que tuvo que sobrellevar la rutina y otros pequeños detalles diarios. Nos lo han convertido en una exageración perversa del racismo, el odio, la violencia, la intransigencia... y no podemos verlo de otra forma. Por eso es interesante acercarse a Hitler a través de una biografía, para intentar comprender cómo una persona cualquiera pudo llegar a crear tanta muerte y tanto caos en Europa.
Shigueru Mizuki dibujó en 1971 esta historia de 17 capítulos en la que recorre la vida del dictador desde sus comienzos como pintor de paisajes sin éxito, indigente, soldado y miembro del partido nazi, hasta su muerte durante la Segunda Guerra Mundial, que ocupa los últimos cuatro capítulos. A lo largo del cómic se muestra principalmente su manejo de las intrigas políticas aunque también se enseñan algunos detalles sobre su vida personal y sentimental.
Este cómic es simple, en parte como algo bueno pero especialmente lo señalo como su gran error. La sencillez del dibujo es muy agradable, hace que el cómic tenga un aspecto legible y las caricaturas de los personajes, resueltas en pocas líneas, son inmediatamente reconocibles a lo largo de todo el tomo. La pena es que el guión no le da ninguna importancia a los secundarios. El dibujo los hace reconocibles pero el guión los convierte en intercambiables, en breves apariciones con las que Hitler tiene quien le escuche. Incluso el propio protagonista está reducido a una caricatura en sus motivaciones e ideología. Su personalidad se muestra mediante pinceladas aisladas en vez de a partir del desarrollo y la profundización.
La manera de contar la historia es también simple: se desarrolla principalmente mediante diálogos de bustos parlantes y cuadros de texto. Los personajes no pueden interactuar con el decorado porque sólo está pintado al fondo y sus actuaciones se centran únicamente en los gestos de la cara. No sólo me parece simple sino que a veces incluso creo que hay torpeza, como en las viñetas que solamente contienen texto o en ese primer capítulo que después no vuelve a mencionarse en el resto del tomo. Le falta también sutileza: los textos demasiadas veces subrayan lo que se entiende como obvio, y por otra parte los pocos y aislados chistes escatológicos que aparecen para aligerar la trama son demasiado sencillitos y sin ingenio.
Posiblemente el gran defecto de este cómic es el poco riesgo que conlleva. Mizuki se aparta de la polémica y se mueve dentro de la aburrida corrección. El dibujante no se moja, no juzga a Hitler ni como héroe ni como villano, o peor aún, ni siquiera como una mezcla de ambas. Hitler aquí es una caricatura tristona sedienta de poder, pero las consecuencias de sus decisiones, los muertos por las guerras o los campos de concentración, no tienen la importancia que deberían. Es una biografía en muchos aspectos aséptica, demasiado educada.
Creo que Hitler: la Novela Gráfica no consigue acertar. A pesar de su extensión y su documentación podría ser mucho más didáctico como relato histórico, podría ser mucho más dramático como biografía y mucho más entretenido como cómic. Puede ser interesante como primer contacto con la vida de Hitler, pero no me parece que este cómic aporte algo que no se encuentre mejor contado en los libros o películas sobre la misma figura.
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