En la New York Comic Con de 2011 Rob Liefeld anunció que este guión inédito sería dibujado finalmente por Erik Larsen, que incluso continuaría la colección desde ese punto. Hace unas semanas Larsen ha añadido que sólo permanecerá hasta el número #68 (un especial de 80 páginas) de octubre, por lo que al final su andadura ha consistido en la duración de un tomo recopilatorio. Es decir, que al final la cosa consistía simplemente en quitar las palabras "poco comercial" de los tomos inacabados de Supreme dándole un final. Simplemente alguno.
Larsen compara su trabajo aquí con sus etapas en Spiderman: se trata de continuar un superventas, nada nuevo para él. No es ni más ni menos que continuar una colección regular como ya se tuvo que hacer con Daredevil después de Born Again. Comenta en una entrevista que no tiene ni idea de por qué Moore dejó la colección, como dando a entender que es un guionista rarito que hace cosas incomprensibles, que es algo que está muy de moda decir últimamente. Por último, asegura que su trabajo no va a ser en absoluto como el de Moore, algo que no puede sorprender a nadie. Mientras que Moore hizo con Supreme un homenaje al Superman de la Edad de Plata, Larsen quiere volver a la esencia del personaje, al concepto básico que Liefeld tenía en mente cuando lo creó: como Superman pero gilipollas (sus propias palabras).
Y lo consigue.
Un homenaje a la portada de Nova #1
El primer número está realmente bien. Larsen sale con bastante acierto del apuro de tener que dibujar uno de los famosos guiones de Moore con esas descripciones interminables, aunque mete de paso sus manías particulares (casi todas las versiones de Darius Dax son parodias demasiado evidentes de superhéroes de Marvel). El dibujo da el pego y se mantiene a la altura del de la etapa de Moore, que excepto por Chris Sprouse, Rick Veitch y poco más tampoco era muy destacable, aunque para ello haya tenido que tardar dos meses. Sin destripar mucho el argumento, Darius Dax deduce al leer un cómic de Omniman (escrito por Ethan Crane, alias Supreme) que la guionista del cómic conoce el equivalente de Daxia para Supreme, la Supremacía, un lugar lleno de versiones de este superhéroe. Por eso viaja a Daxia, reúne a todas sus versiones malvadas alternativas en un impresionante ejército y se dirige a destruir la Ciudadela Suprema inmediatamente. Continuará.
Aquí empieza la parte de Larsen... y es cuando yo no entiendo nada. Por un lado Larsen aclara que no quiere volver al estilo de Moore porque sería volver a los 50, porque quien quiera leer los cómics de esa época puede conseguirlos en las reediciones cuando quiera. Sin embargo, lo que hace es precisamente volver a los 90, una época que también se puede leer tranquilamente reeditada. Cuando Larsen dice que quiere volver al Supreme original de Liefeld no es una forma de hablar, de cambiar la forma de contar las historias... sino un regreso literal de ese personaje como si fuese una de las versiones de Supreme que Moore había estado ignorando en su etapa. A partir del segundo número el Supreme asesino acapara el protagonismo, las escenas de acción se regodean en la sangre y los diálogos se resumen en tópicos y obviedades. El cambio de estilo es inevitable, por supuesto, pero es que tampoco está suavizado. Pasamos de personajes que suelen hablar por los codos con muchos adjetivos y aliteraciones... a frases breves e intercambiables con cualquier otro cómic actual.
Un homenaje a la última portada de Miller para el Absolute Dark Knight
Todavía quedan dos números por publicar en EEUU, uno este mes y el último el siguiente. Vistos los anteriores números y la portada queda claro cuál es el argumento, que Omniman (el padre de Invencible, de la colección de Robert Kirkman) y Supreme se darán la del pulpo. Y ya. Es lo que más me decepciona de la etapa de Larsen, precisamente cuando lo comparamos con el número de Moore, que los guiones se simplifican al máximo. Mientras que el británico creó en el primer número varios personajes más, abrió subtramas, analizó la relación entre Diana Dane y Suprema, etc., Larsen alarga lo que parece una anécdota durante páginas y más páginas.
Tampoco es realmente un cómic horrible, sino que se puede colocar tranquilamente entre los cómics habituales de superhéroes de Marvel, DC y el resto. A mí personalmente me parece un cómic completamente irrelevante, ni añade nada a la etapa de Moore ni aporta algo por sí mismo que me llame la atención. Erik Larsen lo dejó bien claro, esta etapa está pensaba para quienes les gustó el Supreme que había antes de Alan Moore, y yo no estoy entre ellos.
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