Hay una anécdota muy conocida de Chaplin que él mismo contó en una entrevista al Chicago Herald en 1915. Parece que en aquellos años su personaje tenía tanta fama que surgieron muchísimos imitadores, tantos que incluso se llegó a organizar un concurso nacional para elegir al mejor Charlot de pega. Durante uno de sus viajes a San Francisco Chaplin se enteró de uno de estos concursos y decidió participar para ver qué pasaba. Irónicamente, consiguió las puntuaciones más terribles de su tanda y no pasó ni siquiera de la primera ronda.
La influencia del cine mudo en los cómics de Mortadelo es bastante evidente, especialmente entre los 50 y los 70. Todas esas persecuciones y carreras, los personajes escalando fachadas y corriendo por cornisas, los golpes y las caídas, el tipo de historias, etc. No es algo que Ibáñez precisamente haya ocultado: “Porque a mí me ha gustado siempre y me sigue gustando todavía lo que llamamos el celuloide rancio, las peliculitas de Harold Lloyd, del propio Charlot. (…) Se hacían una serie de cosas en los años 30 y antes de los años 30, que para mí eran una maravilla. Era gag tras gag, gag tras gag. El tema general de la película no tenía ninguna importancia, iban ocurriendo cosas continuamente y en los cines cuando se proyectaba eso, todo el mundo reía y se lo pasaba en grande”.
Por eso me parece muy probable que Ibáñez conociese esta curiosidad y la acabara versionando en "El concurso", una historia corta de 2 páginas publicada originalmente en el Pulgarcito Almanaque de 1972 y que ahora acompaña a la aventura larga “En Alemania”.
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