En los 70 los artistas querían abrirse a un nuevo tipo de cómic, querían experimentar. Dentro del mainstream se tiraba hacia nuevos géneros (o a resucitar géneros en desuso), mientras que en el underground se probaba con relatos de corte subversivo. A medio camino entre estas dos vías se encontraba por ejemplo la revista Star*Reach (1974-1979), que pretendía recopilar historias de fantasía y ciencia ficción, géneros que se suponían poco interesantes dentro del mundo del cómic, realizadas con calidad e inteligencia.
La revista acogió tanto a talentos consagrados (Steve Ditko, Barry Windsor-Smith, Neal Adams...) como jóvenes promesas del momento, como Jim Starlin, Howard Chaykin, Walt Simonson, Frank Brunner, Marshall Rogers, P. Craig Russell, etc. Tuvo un relativo éxito que animó a iniciar otras publicaciones más, con lo que Star*Reach acabaría convertiéndose en una editorial: Pudge (3 números), Quack (6 números), Imagine (6 números), etc.
En la cuarta entrega de esta última revista se publicó un relato de un Dave Sim que acababa de empezar a autoeditar Cerebus. Se trataba de 4 páginas en las que este dibujante homenajeó al Jim Steranko de Nick Furia: sombras a base de masas de negro, surrealismo, la narración atrapada en cuadros de texto, grandes viñetas panorámicas... El argumento es una metafora de la creación artística, particularmente de cómics. Os pongo mi traducción por si queréis leerlo.
La oscuridad en su alma bullía mientras se ponía el casco. Las sondas encajaban cuidadosamente en su lugar y zumbaban expectantes. Sería la última vez, suicidio cuando hubiese terminado…
Pero, de momento, había un cósmix más que producir…
El tablero formaba remolinos de luz a partir de sus procesos mentales más profundos. Permitía a su mente dirigir la luz, dándole formas y movimiento…
La televisión había desaparecido, como las películas. No había libros nuevos, ni música. Sólo el cósmix.
Él no era muy bueno… y lo sabía, pero esta última vez iba a darles una lección a todos ellos, los críticos se encontrarían con un vistazo único a las profundidades de la desesperación.
Su inminente suicidio invalidaba todo el interés personal, todos los pensamientos superfluos…
Oscuros patrones de muerte… limpios e inmaculados. Depresión con líneas definidas. Calaveras que reverberaban oscuros pensamientos empujados por su angustia, movidos con su dolor y alentados por sus miedos…
Los “bocadillos” se hicieron uno con las imágenes, un retrato íntimo de un artista atormentado… Un relato sin un argumento coherente, se convirtió en una increíble serie de visiones fugaces a una desesperación inimaginable.
Las drogas no fueron necesarias. No tuvo que meterse Stepp para estimular su subconsciente… Tampoco tuvo que inyectarse Mez para lograr acceso al sagrario de su yo…
Su consciente y su subconsciente fueron uno y, ¡en ese momento estaban siendo proyectados a veinticinco punto siete millones de cósmix-escáneres! Conectado a través de “control manual” por el escáner de su ordenador, su alma estaba exponiéndose a todos los subscriptores de cósmix…
Acabó pronto.
Sí, acabó. Pero al menos lo habían visto. Al menos ahora lo sabrían. El mito del cósmix había sido enterrado…
El glamur era una falacia. El entusiasmo era una fachada. Los artistas del cósmix, reverenciados por las masas, vivían en torres de marfil con grilletes en las paredes. Sus vidas eran un interminable proceso de preparación para el siguiente cósmix…
Los críticos estarían ahora atónitos, conscientes por fin del irrevocable dolor que engendraban. Cuando viniesen a arrestarle ya estaría muerto. Pero, al fin, la gente lo habría visto.
Y, habiéndolo visto, no lo olvidarían pronto.
Después de un momento, las críticas empezaron a zumbar en su pantalla. “Magnífico”, “un nuevo punto culminante de este joven medio”. Pasaron revista durante una hora completa sin precedentes. “Una profundidad y una claridad extrañas”. “Un hito”.
La completa ironía de su profesión dio en el blanco y le desgarró por dentro. Si hubiese sido un hombre cualquiera habría llorado. Pero era un artista del cósmix y por eso almacenó el dolor que sentía para un uso futuro… y ahí está el quid de la cuestión…
¿Qué…?
¡¿Qué-haría-para-un-bis?!
Fuente: Diversions of the Groovy Kind a través del twitter de Entrecomics.
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