"Se encontraba el monarca sin saber qué hacer ante aquel problema, cuando un natural de Mélide, Epialtes, hijo e Euridemo, se entrevistó con él y, en la creencia de que obtendría de Jerjes una importante recompensa, le indicó la existencia del sendero que, a través de la montaña, conduce a las Termópilas, con lo que causó la perdición de los griegos allí apostados.
Posteriormente, por temor a los lacedemonios, Epialtes huyó a Tesalia; pero, pese a haberse exiliado, los Pilagóros pusieron precio a su cabeza con ocasión de una reunión de Anfictiones en las Termópilas. Cierto tiempo después resulta que regresó a Anticira, donde fue asesinado por Aténadas, un natural de Traquis. Por cierto, que el tal Aténadas mató a Epialtes por otro motivo […], pero no por ello dejó de ser recompensado por los lacedemonios."
(La traducción es obra de Carlos Schrader, y está extraída del libro La batalla de las Termópilas.)
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