"A continuación, los persas que, guiados por el traquinio [Efialtes], habían efectuado el movimiento envolvente por unos lugares abruptos súbitamente cortaron la retirada de Leónidas y sus hombres; entonces, los griegos, que habían renunciado a su salvación y habían elegido la gloria, a una voz pidieron a su jefe que les condujera contra los enemigos antes de que los persas se dieran cuenta del éxito de la maniobra envolvente de sus hombres. Leónidas acogió satisfecho la buena disposición de sus hombres y les ordenó que prepararan rápidamente su desayuno, pensando que la comida la harían en el Hades; él mismo, de acuerdo con la orden nada, tomó el alimento, convencido de que así podría resistir mucho tiempo y soportar el esfuerzo del combate. Una vez que sin entretenerse hubieron recuperado sus fuerzas y que todos estuvieran prestos, ordenó a sus soldados que se lanzaran al asalto del campamento enemigo, que mataran a todos los que encontraran a su paso y que se dirigieran contra la tienda del rey."
(La traducción es obra de Juan José Esbarranch, y está extraída del libro La batalla de las Termópilas.)
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