(Subtitulado En lo que nos hemos convertido.)
Lisa: Papá, hemos hecho una cosa muy mala.
Homer: ¿Os habéis cargado el coche?
Bart: No.
Homer: ¿Habéis resucitado a los muertos?
Lisa: Sí.
Homer: ¿Pero al coche no le pasa nada?
Bart y Lisa: Ajá.
Homer: ¿Entonces qué importa?
A estas alturas de la vida no tiene sentido repetir una vez más lo imprescindible que se ha vuelto esta colección, lo entretenida que es y lo necesaria en que se acaba convirtiendo en cuando uno ha terminado el segundo tomo. Tampoco debería ser necesario recordar el argumento, pero vamos allá:
Rick Grimes es un agente de policía que cae en coma durante un tiroteo. Al cabo del tiempo (¿meses?), cuando despierta, descubre que el hospital está lleno de zombis. A duras penas consigue escapar de allí para descubrir que todo lo que conoce está poblado de más y más muertos vivientes. Rick se dirigirá inmediatamente en busca de su mujer y su hijo durante un viaje en el que descubrirá que no puede recuperar la vida que tenía antes, sino que tendrá que acostumbrarse a esta nueva supervivencia.
Más o menos es la idea. Una serie coral de personajes arquetípicos que se describen en una línea, pero que caen bien y hacen que el lector se preocupe de ellos y les comprenda. Viajes, miedo, terror… y un mensaje pesimista: las propias personas son mucho peores que un zombi come-cerebros.
¿En qué nos hemos convertido?
A lo largo de la serie han ido apareciendo nuevos personajes y otros se han ido “yendo” paulatinamente. Después de lo ocurrido en el tomo 8, el guionista Robert Kirkman ha recuperado en ésta y la anterior entrega personajes que llevábamos tiempo sin ver, a los que ha añadido algunos nuevos. En el tomo 9 los hizo misteriosos y potencialmente peligrosos, ahora es el momento de hacerles más peligrosos… y conocerles mejor.
En mi opinión, el tomo tiene dos momentos culminantes, los dos muy influenciados por la nueva estrella, Abraham, un violento exmilitar. En el primero, Rick y él compiten por el liderazgo del grupo en un momento de máxima tensión (con Maggie como la causa). En el segundo, Rick hace todo lo que puede por salvar a su hijo (reflejado en la portada del tomo), lo que desembocará después en un diálogo donde los dos personajes se sinceran. Y ese Carl, una pena que le obliguen a madurar demasiado deprisa, pero cómo nos gustan sus frases salvajes y sinceras.
¿Y qué nos espera?
Pues no se debería destripar lo que pasa en el siguiente tomo, supongo. Quedémonos simplemente con las pistas que nos deja esta décima entrega: los gemelos dejarán el segundo plano, Dale pondrá en duda la autoridad de Rick y volveremos a comprobar que a Carl le están obligando a crecer demasiado rápido. Punto.
Formato: ¡No habría que discutir sobre él!
Los tomos de Planeta, salvo algún lamentable error puntual, son una gozada. Resistentes, elegantes, respetan la edición americana original (una de esas maravillosas excepciones) y… ¡son baratos! Que parece que nadie lo aprecia. En EEUU estos tomos tienen el mismo precio que los tomos a color, mientras que Planeta le ha hecho una reducción considerable de precio.
¿Por qué no habría que discutir por el formato? En algunos foros me he encontrado gente pidiendo una reedición en tochos a tapa dura. ¡¿Por qué?! La edición es muy económica, resistente y fácil de encontrar. ¿Por qué hay gente a la que le cuesta buscar en las tiendas tebeos que no sean novedades? No lo entiendo.
Excepto por ese tomo 8 y las portadas originales de la serie, felicidades a Planeta por la edición.
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