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lunes, 30 de octubre de 2017

Astérix en Italia (Jean-Yves Ferri, Didier Conrad)


Estamos en la misma situación en la que estaban los lectores franceses cuando los cómics de Astérix los producían Goscinny y Uderzo: los estamos leyendo al mismo ritmo al que van saliendo. Y estamos experimentando lo mismo, esa decepción de que el último álbum publicado no sea tan bueno como recordamos que eran los anteriores.

Es algo que tengo que pensar con cada nuevo álbum de Astérix de los producidos por Ferri y Conrad. Astérix en Italia es un buen cómic, muy ameno, lleno de detalles, chistes, referencias, viñetas impresionantes y alguna curiosidad (que Obélix lleve la voz cantante no es determinante, pero es una variación de lo habitual). En este álbum el objetivo de Astérix y... digo, Obélix y Astérix es ganar una carrera a lo largo de Italia para humillar una vez más a Roma. Sin embargo, Julio César entiende que la carrera tiene más importancia política que deportiva y ordena que se amañe para que el único ganador posible sea Roma.

Nos encontramos por tanto ante un cómic de los turísticos, en los que los personajes atraviesan las ciudades más conocidas de Italia de una manera parecida (incluso en las prisas) a La vuelta a la Galia. Saltando de juego de palabras a juego de palabras, dando y sufriendo golpes y caídas, sorprendiéndose por las referencias a la cultura italiana (de caricaturas he distinguido las de Pavarotti, Bud Spencer, Roberto Benigni, Berlusconi y Leonardo da Vinci), los galos llegan a la meta dejando al lector que reflexione, aunque no mucho, sobre la corrupción política y sobre cómo el Estado y las empresas privadas utilizan los eventos deportivos con fines propagandísticos.

Es un pequeño detalle, pero lo que sí me chirría es que la adivina acierte su predicción.

lunes, 16 de octubre de 2017

Pies descalzos 4 (de 4) (Keiji Nakazawa)


En el último tomo de este cómic Gen entra definitivamente en la madurez: la separación de la familia, el abandono del hogar, la búsqueda de un trabajo y su primer amor. Al mismo tiempo que sus amigos Katsuko, Ryuta y Musubi están haciendo progresos en su negocio de fabricación y venta de vestidos, Gen encuentra su vocación en el dibujo, para recordarnos el componente autobiográfico de esta historia. Este aprendizaje le vuelve a enfrentar contra el que es el gran villano de su vida: el poder opresor, autoritario y militarista, que sólo piensa en su propio beneficio. Es un enemigo que hemos visto de muchas formas en los tomos anteriores, y que aquí vemos personificado en sacerdotes, profesores, la policía, la yakuza y hasta en su propio jefe.

Nakazawa prepara con antelación un gran final para la colección, con más drama y acción de lo que se había visto hasta ese momento: un enfrentamiento con la yakuza. Al mismo tiempo, también las reflexiones de Nakazawa sobre el bombardeo de Hiroshima llegan más lejos. Si antes Gen culpaba a Japón (y a su emperador impune) y EEUU por el sufrimiento que ha significado la bomba atómica para su país, ahora también es capaz de ver que gracias a este sufrimiento se han evitado más guerras nucleares en el mundo.

martes, 10 de octubre de 2017

Espacios en blanco (Miguel Francisco)


Los cómics biográficos relacionados con la Guerra Civil que se han publicado en los últimos años (tampoco son muchos en realidad) tienen en común que son una reconstrucción de la vida de los familiares de uno de los autores. Miguel Francisco adopta otro enfoque, no tiene otro remedio, porque la información que tiene de su padre y de su abuelo antes y después de la guerra es mínima. En lugar de entrar dentro de la mente de su familia, nos propone una reflexión diferente: ¿por qué su abuelo tuvo miedo de explicar su vida? ¿Por qué su padre sufría al intentar recordar su infancia? ¿Qué supuso la Dictadura para este país, para llegar al punto de que una parte de la sociedad, la de los perdedores, no se atreviese a hablar de su pasado?

Estos «espacios en blanco» son los que Miguel Francisco siente que tiene que tiene que llenar para explicar la historia de su familia a su hijo. Este vacío se convierte en una obsesión que le persigue en su traslado a Noruega para trabajar en la empresa de Angry Birds, que ocupa sus momentos de ocio (incluso los más íntimos) y, con este cómic, también su trabajo.