miércoles, 16 de agosto de 2017

Giant days 1 (John Allison, Lissa Treiman, Whitney Cogar)


Necesitaba una lectura como esta. Llevo un tiempo pensando que se le da visibilidad especialmente a un cómic que va dirigido a una generación diferente de la mía. No es sólo debido a la (necesaria) madurez del cómic, gracias a la cual desde hace muchos años se ha empezado a hablar de temas como el paso del tiempo, los recuerdos, la nostalgia, la vida adulta, la formación de una familia, asumir una enfermedad difícil... También es por las reediciones de clásicos del cómic, entre los cuáles hay algunos que funcionaban perfectamente dentro de su contexto, pero a los que el paso del tiempo les ha quitado parte de su fuerza.

No se trata de que hay que leer sólo cómics de la generación a la que uno pertenece, sino de que se nota el cambio. Por eso en Giant days he encontrado un cómic que me ha entusiasmado, con el que he sentido una afinidad inmediata. Hacía años que no veía algo así.

Esther, Susan y Daisy son tres universitarias peculiares que se hacen amigas. No viven aventuras ni tampoco están en un slice of life, sino que las vamos conociendo a través de pequeños y divertidos problemas: un resfriado, las relaciones amorosas, las drogas... El tomo empieza tal vez demasiado desordenado, pero tiene una estructura más sólida a cada número que pasa, lo que presagia que el segundo tomo será aún mejor.

Si no hay palabras para describir lo bien que se refleja en el guión el ambiente universitario actual, tiene aún más mérito lo que se ha conseguido en el dibujo con la estética de los personajes: las ropas, los peinados... No parece que se esté leyendo un cómic, sino que se esté dentro de ese ambiente universitario. También me gusta mucho algo que ya vi en Sarah Andersen, el uso de viñetas-meme dentro del cómic. Todo en este tipo de dibujo (que me recuerda a los dibujos animados) parece hecho a medida para un público joven y con ganas de divertirse.

lunes, 14 de agosto de 2017

El Capitán Trueno (Víctor Mora y Jesús Blasco)


Poco antes de la quiebra de la Editorial Bruguera, Víctor Mora y la editorial terminaron sus disputas legales para que el primero volviese a encargarse en 1986 de los guiones del Capitán Trueno. Teniendo en cuenta los años que habían pasado, el regreso resulta decepcionante. Nada había cambiado en 20 años, los personajes seguían siendo los mismos, los escenarios, los villanos, la estructura, los gags... La única novedad consistía en pequeños toques de un erotismo gratuito pero apto para todos los públicos (¿eso era lo único que iba a distinguir los cómics de Trueno publicados bajo la Dictadura de los de la Democracia?). Más allá de eso, todo sonaba a ya visto, como si fuese imposible contar nada nuevo de este personaje.

Quiero pensar que en estas tres aventuras (la tercera nunca se publicó completa) los autores estaban asimilando a los personajes, preparándose para sorprender a los lectores en cuanto no se lo esperasen. Tal vez algo de eso había en la tercera aventura, en la que el Capitán Trueno se metía en medio de un conflicto extraterrestre (uf...). La colección fue interrumpida en poco tiempo por motivos que no tienen nada que ver con la calidad o las ventas. Habría sido interesante ver hasta dónde podría haber llegado la cosa.

jueves, 3 de agosto de 2017

La cárcel de papel (Álvaro Pons)


Álvaro es demasiado humilde cuando culpa del éxito de su blog a haber sido el primero en español sobre cómics. Su diario digital, escrito día a día sobre la marcha (con sus ligeros cambios de opinión y sus erratas conscientes en los nombres propios), se ha transformado en un libro analógico que sirve ahora como testimonio y visión de conjunto del cómic en nuestro país de los últimos años. Después de ser ordenadas por secciones (reflexiones, cine, reseñas...), la selección de entradas que han sido recopiladas aquí abarcan todo tipo de temas. Desde las reseñas de cómics al análisis de la situación laboral de sus autores, de la curiosidad de Magneto vestido como el rey Juan Carlos al secuestro de El Jueves, de Los Increíbles de Pixar a un cómic (sólo uno) de Rob Liefeld.

La mayor crítica que le puedo a hacer a Álvaro es que a veces no opino como él. Ya habrá quien se lo habrá dicho, pero creo que sus puntos fuertes como divulgador y crítico son la facilidad que tiene para expresar sus opiniones de una manera sencilla, su larga experiencia como lector, y posiblemente más que todo eso su pasión por este medio (cuánto se echa en falta en las críticas que a veces se leen por ahí, que parecen escritas como si fuesen salchichas). Me quiero quedar también con algo que no me parece habitual: Álvaro a menudo explica su biografía lectora para contextualizar sus opiniones, para avisar de sus gustos e intereses al lector y que éste pueda valorar la subjetividad de sus críticas. O así lo entendí yo.

La sección de comentarios del blog de Álvaro Pons me había dejado un recuerdo de conflicto y desencuentros que no he encontrado en ninguna parte de este libro. Me choca ese contraste entre la sensación que se me había quedado y lo que veo aquí, un anfitrión conciliador que es honesto con sus opiniones personales pero que no busca la polémica seria (la tontorrona alguna vez, pero lo avisa). Lo veo perfectamente en sus entradas sobre la creación del Premio Nacional del Cómic. A pesar del optimismo con el que veía este acontecimiento, dio espacio a las críticas de los que pensaban diferente, sin compartirlas, pero sin atacarles ni ridiculizarles.