martes, 19 de mayo de 2015

Daredevil (Drew Goddard, Steven S. DeKnight)


En cuanto Marvel ha recuperado otra de sus marcas registradas, ha hecho todo lo posible por limpiar la imagen que había dejado Mark Steven Johnson con la película de 2003. El resultado es bastante estándar, producido con profesionalidad. Guionistas y directores han sabido hilvanar una trama curiosa, con elementos que atraigan a un público amplio, pero sin la intención de competir con el resto de series de televisión. Daredevil no le va a romper los esquemas a nadie sobre los límites de lo que se puede hacer en la ficción televisiva, no tiene la intención de revolucionar. Es sólo un producto competente, el mejor resultado dentro de sus posibilidades, en el que se nota la influencia de Perdidos (la importancia del pasado de los personajes) y Juego de Tronos (ningún personaje tiene asegurada su presencia en la siguiente temporada). La excepción la encuentro en los dos primeros capítulos, escritos por Drew Goddard, muy superiores a la media de esta temporada. En ellos, casi parece que no estamos viendo una adaptación, sino un personaje que ha sido creado directamente para este medio.

La serie intenta mostrar a un superhéroe en un mundo realista, o al menos en un mundo más realista que el que hemos visto en el cine de Marvel en los últimos años. Hay pistas, señales de cómo sería un superhéroe verosímil, y aunque me alegro de esos intentos cuando tienen éxito, es inevitable que al final no termine de funcionar del todo. Por un lado, la motivación de Kingpin no es del todo sólida, sólo quiere tirar abajo los edificios de Hell's Kitchen y sustituirlos por otros más modernos, al precio que sea. Por otro lado, el traje rojo. La espera se hace muy larga, pero cuando aparece se pierde todo el tono lúgubre y verosímil que se ha estado construyendo a lo largo de la temporada.

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