miércoles, 4 de diciembre de 2013

Doctor, Doctor, Infame y Mediocre, de Molg H. y Néstor F.

24 páginas, cuaderno grapado, color, 6 €

Los médicos son una de las figuras de autoridad más respetadas de la sociedad. Su profesión es imprescindible para nuestra supervivencia, son la última barrera entre la vida y la muerte, dependemos totalmente de ellos. A cambio, para ayudarnos, únicamente nos piden una confianza y entrega absolutas. Este choque de valores tan absolutos (la vida a cambio de la violación de la intimidad) creo que es el principal elemento de esta colección chistes de médicos que llevan hasta el límite este género.

Los chistes de una o dos páginas de Doctor, Doctor de Molg H. se apoyan sobre todo en tres pilares: el humor muy negro, la incomodidad violenta y el absurdo. Estos temas se mueven aquí siempre dentro de una presentación contenida, fría, sin florituras ni exageraciones, con lo que se consigue un resultado mucho más desasosegante. El estilo gráfico puede recordar al de Querido Antonio (cierto realismo, línea clara temblequeante), pero Molg H. tiene un dominio mucho mayor del dibujo y así su registro a la hora de hacer chistes es más amplio. Para todo aquel que disfrute con un humor macabro, Doctor, Doctor es una lectura que no le puede defraudar.

24 páginas, cuaderno grapado, color, 6 €

Néstor F. con Infame también realiza una ridiculización de otra figura de autoridad, pero en comparación su cómic no es tan dramático. Qué curioso que alguien como yo opine en este momento (es decir, mientras escribo una reseña) sobre los críticos. Es inevitable que existan críticos desde el momento en el que todo el mundo tiene opiniones y la absurda necesidad de compartirlas. El problema viene cuando este crítico se ve a sí mismo como un profeta de una humanidad ignorante, como un salvador del arte y de las buenas maneras. Peor aún, que llegue a pensar que él mismo es un creador, que sus escritos (que son simples derivados, dependientes de algo superior y sin importancia por sí mismos) están a la altura del objeto de su crítica. No estoy diciendo nada nuevo: todo el mundo se cree más listo que Alan Moore.

Quiero decir, nos encontramos con un elemento claramente ridiculizable. Néstor F. por suerte, creo yo, no le da tantas vueltas al tema. El protagonista de Infame es Bruno Kolin, un crítico pretencioso y autocomplaciente que intenta superar el patetismo de su vida destrozando con sus críticas cualquier cómic que lee. Vive obsesionado con su micro-mundo de ficción para evadirse de una realidad que mide en base a esas referencias culturales y las puntuaciones de 0 a 10. La principal baza de este cómic es esta caricatura grotesca del protagonista (un crítico especializado en cómics, me imagino que para insistir más en su mediocridad), una presentación del personaje a partir de diferentes situaciones sin relación.

24 páginas, cuaderno grapado, color, 6 €

En mi opinión, Mediocre es mucho mejor que Infame. La vida asentada de Bruno Kolin como crítico de cómics en televisión se viene abajo con la llegada del internet 2.0. Los vloggers y sus videos de Youtube ponen patas arriba la esponjosa nube en la que vive, una vida falsa y vacía basada en el like y el retweet, por lo que el protagonista se encuentra ante la encrucijada de evolucionar o morir. Para resolver el dilema, Kolin se vuelve a embarcar en otro viaje lisérgico, pero, al contrario que en Infame, esta vez eso hace avanzar la trama y tiene consecuencias en la evolución del personaje. Por mi parte, creo que gracias a eso el resultado está por encima de la primera entrega.

Me gusta especialmente el dibujo de Néstor, muy limpio, muy redondito, con muchos colores... Como Molg H., Néstor no exagera las situaciones con suciedad, con líneas cinéticas, con expresiones deformes, etc., sino que camufla la sordidez con un dibujo "mono". Son dos autores sutiles aunque cuenten historias que podrían dar pie al subrayado o a deformar demasiado lo grotesco. Se les nota cierta afinidad en la forma que tienen que hacer cómics, o tal vez sea que sigo teniendo el maravilloso Moowiloo Woomiloo en la cabeza.

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